martes, 8 de noviembre de 2016

LA MALA MONEDA DESPLAZA LA BUENA, LA PEREZA DESPLAZA LA PRODUCTIVIDAD, LA DEMAGOGIA DESPLAZA LO ELEMENTAL, EL AUTORITARISMO DESPLAZA LIBERTADES Y DERECHOS, TODO ESTO DESTRUYE EL ORDENAMIENTO SOCIAL.

LA MALA MONEDA DESPLAZA LA BUENA, LA PEREZA DESPLAZA LA PRODUCTIVIDAD, LA DEMAGOGIA DESPLAZA LO ELEMENTAL, EL AUTORITARISMO DESPLAZA LIBERTADES Y DERECHOS,  TODO ESTO DESTRUYE EL ORDENAMIENTO SOCIAL.
Hasta cuando comprenderán nuestros políticos y encantadores de serpientes de América Latina que la única vía para el desarrollo consiste en: generar valor agregado, crecimiento económico, redistribución equitativa del ingreso y promover y garantizar mercados competitivos (la regulación de la desregulación de los mercados para garantizar la competitividad) en el marco de un régimen democrático que promueva a su vez la sana competitividad política.
Concentración de la producción y comercialización (monopolios u oligopolios) y concentración y abuso de poder (autoritarismo u totalitarismo), son las dos grandes enfermedades de los sistemas económicos y políticos; el cáncer de la economía de libre mercado y del régimen democrático.
La experiencia y el estudio de la historia nos muestra que los países económicamente fuertes y políticamente influyentes en el sistema internacional, son países donde predomina la economía social de mercado o sistemas económicos protegidos contra los monopolios u oligopolios, con una legislación antimonopolios rígida y democracias parlamentarias o presidencialistas estables.  
Lo anterior se acopla con una concepción del trabajo opuesta al rentismo, que lo concibe como una forma de realización y cumplimiento voluntario de una misión o respuesta a un llamado, con el propósito de una vida mejor y una sociedad segura, estable y de continuo progreso.

Monopolio y concentración y abuso de poder; el cáncer de la civilización.

DE LA HIPOCRECÍA ORGANIZADA HACIA LA ANARQUÍA

DE LA HIPOCRECÍA ORGANIZADA HACIA LA ANARQUÍA
 Algunas de nuestras democracias presidencialistas en Latinoamérica han caído, de acuerdo con Krasner, en la hipocresía organizada y viento en popa hacia la anarquía (en un par de casos), pues las reglas, normas y principios democráticos formalizados en sistemas de representación, sistemas electorales y órganos de justicia, se han convertido en instrumentos de coerción al servicio de las fuerzas y Estados poderosos, ya sea a nivel interno, ya sea a nivel del sistema internacional.
La fragilidad y versatilidad de las instituciones democráticas es evidente. Las reglas se respetan o no de acuerdo a las circunstancias o conveniencias del poder, o se modifican al mismo ritmo de cambio de los intereses del poder o de las relaciones de poder.
Llegado a cierto nivel o punto de inflexión, se pierde la institucionalidad e influencia sobre la conducta de los actores, no existen límites normativos y cuentan únicamente los intereses de los poderes dominantes: se cae en la anarquía donde cada cual sobrevive por sus propios medios, dominados por las pasiones, o tal como diría Hobbes, “el hombre se convierte en lobo del hombre”.

A nivel internacional, hemos sido testigos del bochornoso espectáculo de las votaciones en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde algunos de nuestros cancilleres, supuestamente informados y preparados, no son capaces de plantear los objetivos a tratar en una asamblea, ni de conocer los temas de reflexión, ni de comportarse como un ciudadano activo (para utilizar un término utilitarista de J. S. Mill), pues no saben por qué están ahí ni están en condiciones de saber. Queda solo un vacío institucional y la pobre anatomía de una organización internacional, sin oficio ni beneficio, y un pueblo pobre y desempleado sometido a sus cargas.