WIKILEAKS, TUNES,
EGIPTO, Y LA LUCHA POR LA INTEGRIDAD
A fines de los sesenta, siendo un novato
estudiante universitario viajaba de Alemania a Tours (al Instituto de
Estudios Franceses de Touraine), en
Francia, huyendo un poco de la cautivadora, libertina y convulsionada
Berlín, donde llegaban con un poco de retraso los efectos del movimiento mayo
del 68. Era el momento de poner las cartas sobre la mesa y el choque
generacional tenía que ser ajustado de manera frontal, directa, transparente y
sin rodeos. La nueva generación rechazaba el antiguo y anacrónico estilo de
vida de posguerra y reclamaba nuevos rumbos, nuevas costumbres, más educación,
menos trabajo agobiante y más tiempo de ocio, entre otras cosas. Ya había
perdido sentido aquello de trabajar para ahorrar, invertir para crecer y
trabajar más para crecer y ahorrar más. Los intelectuales, artistas,
estudiantes, académicos, escritores y otros adeptos, cuestionaban el orden
social y político establecido y condenaban cualquier forma de control político
que promoviera un sometimiento total a las relaciones de poder existentes, las
cuales se consideraban autoritarias y limitantes para las libertades
individuales. La condena al doble discurso político era total y las reformas
planteadas eran irreversibles.
Tanto la protesta como la condena eran
generalizadas, incluyendo el ya criticado sistema soviético, el cual presentaba
fugas en la información que llegaba a occidente y que revelaba las atrocidades y
abusos cometidos por el régimen centralizado. La Unión Soviética no era
precisamente el paraíso que muchos pensaban, sobre todo en los años posteriores
al triunfo aliado contra el régimen Nazi, y las condenas contra todo tipo de
autoritarismo estaban a la orden del día. Estas cobraron mayor intensidad
especialmente después de la invasión a Checoeslovaquia por las tropas del
Pacto de Varsovia, lo cual transcendió al mundo bajo el titular de “La Primavera de Praga”.
Las críticas a los medios de comunicación no se
hicieron esperar, especialmente al grupo corporativo de Axel Sprienger que
aglutinaba a importantes diarios y revistas en Alemania, entre ellos Die Welt y
Der Spiegel. En efecto, se le acusaba a Sprienger de manipular la información a
favor del status quo y distorsionar los objetivos y metas de la oposición ante
la opinión publica. El resultado y la reacción fueron violentos, pues se atentó
contra la vida de unos de los principales dirigentes de la APO (Oposición Fuera
del Parlamento, por sus siglas en Alemán), Rudi Dutschke, quien casi pierde la
vida a consecuencia de dos disparos en la cabeza que lo mantuvieron entre la
vida y la muerte durante mucho tiempo.
En algunos países europeos, en colegios y
universidades, los estudiantes acostumbraban a tratar teorías, hipótesis y todo
tipo de problemas sociales en general con la más absoluta frontalidad,
crudeza y transparencia. Al menos esa fue mi particular experiencia.
Trabajadores, administradores y ejecutivos formulaban y superaban todo tipo de obstáculos
en las empresas sin omitir detalles acerca de las dificultades que se
presentaban a lo largo y ancho de las organizaciones. Omitir información o
camuflar datos por un falso espíritu de cuerpo era mal visto y originaba
rechazo y menosprecio por parte de todos. Lo que perjudicaba a la empresa
perjudicaba a todos, y esa era la regla, la cual se generalizaba al sistema
político y organizaciones intermedias en general.
Pero, regresando al viaje mencionado al inicio del
escrito, almorzábamos cerca de la Gran Plaza de Bruselas en un conocido
restaurante para turistas, mesa contigua a un grupo de funcionarios
alemanes, que arremetían con fiereza en contra del más joven del grupo,
reclamando, advirtiendo, y amenazando con todos los indicios del daño
ocasionado a la empresa por el joven ejecutivo. Acosijado por el grupo y
agobiado por la tormenta de consejos y advertencia finales, vino
irremediablemente la confesión final. El pecado: haber callado y monopolizado información
vital pata la empresa acerca de malos manejos y violaciones a las normas y
procedimientos internos que habían causado graves daños y perjuicios durante el
último ejercicio económico de la subsidiaria en Bélgica. El futuro no pintaba
nada prometedor para el joven inconsecuente, que había antepuesto sus
preferencias y afectos personales hacia cierto grupo de colegas y amigos,
poniendo en riesgo los intereses y la supervivencia de la organización. ¡Cadena
perpetua!
La integridad y lealtad han sido valores
interiorizados y prioritarios en muchos países muchas civilizaciones, a lo
largo de la historia de la humanidad, donde la transparencia, la verdad, la
honestidad y la franqueza priman sobre la mentira, la deshonestidad y la corrupción.
Pese a ello, ambas fuerzas conviven, y no siempre sobrevive el bien sobre el
mal, lo bueno sobre lo malo, lo justo sobre lo injusto, la verdad sobre la
mentira. Los medios de comunicación han llevado su parte, algunas veces
actuando a favor de la verdad y la justicia, otras veces alineándose con los
intereses de turno, o apoyando incondicionalmente al prospecto de candidato y
posible vencedor de las próximas elecciones. La historia y la experiencia nos
dejan huellas profundas a consecuencia de una comunidad mal informada,
desinformada, o simplemente informada a destiempo.
Casi 36 años después de la experiencia narrada, los
Autores Jack Welch y Suzy Welch publican el 5 de abril de 2006 su ya famosa
obra Winning, en la Editorial
Collins, donde se refieren a la “sinceridad” en los siguientes términos:
“La
sinceridad es el valor que permite que todo funcione mejor y más ágilmente. Su
falta bloquea la aparición de ideas inteligentes y de acción rápida. La
ausencia de sinceridad no es una falta de honradez malintencionada, sino que
pone de manifiesto el hecho de que muchas personas, a menudo y de forma
instintiva, no se expresan con franqueza. No se comunican claramente ni
sugieren ideas para estimular un verdadero debate. Prefieren callar para evitar
el conflicto o endulzar las malas noticias, es decir, acumulan información que
luego no comparten. Es un fenómeno absolutamente pernicioso, pero que, por
desgracia, impregna la mayoría de los recovecos del mundo de los
negocios”…..”La sinceridad pone nerviosa a mucha gente”….”Decir lo que pensamos
puede provocar muchos disgustos y resentimientos y, por tanto, resulta mas cómodo
ocultarlo”….”Aunque difícil, la extensión de unos hábitos sinceros dentro de la
empresa es posible. Para lograrlo, hay que premiar, alabar y mencionar aquellos
que deciden adoptarlos en su conducta diaria, convirtiéndoles así en héroes
públicos”.
Hoy en día se conocen los detalles sobre las
negociaciones de Hitler con Stalin para el reparto de Polonia, la ejecución
brutal de gran parte de la oficialidad polaca en los bosques de katyn, por
parte de los servicios secretos soviéticos bajo el mano del temible y
despiadado Beria, así como de las conversaciones y pactos posteriores entre el
mismo Stalin y los ingleses para enfrentar a las fuerzas alemanas, cuando estas
invadieron a la Unión Soviética. Se conocen también los términos y condiciones
de la fijación de fronteras y reparto de influencias en la Europa
oriental entre Churchill y Stalin casi al finalizar la Segunda
Guerra Mundial. Si todos estos líderes tuvieron algo en común fue su falta de
consistencia entre sus actos y declaraciones o entre sus actos y convicciones.
No fueron precisamente los principios democráticos los que guiaron a Churchill
durante el reparto de la Europa Oriental y la fijación de las fronteras (que él
mismo después lamentó de hecho cuando denunció la existencia de una verdadera
Cortina de Hierro) ni fueron el bienestar y mejor nivel de vida lo que inspiró
a alemanes y soviéticos durante las negociaciones para la invasión y destrucción
de Polonia. Todos aplicaron casi al pie de la letra el principio maquiavélico
de que el fin justifica los medios. Para no distanciarnos mucho de la época, Churchill
atacó las fuerzas navales del gobierno de Vichy para que no se unieran en la
lucha con los alemanes, y un siglo y medio mas atrás, Talleyrand conspiraba
contra Napoleón (la traición de Erfurt) disque en función de los intereses de Francia,
La Grande Nation.
La historia se repite constantemente y lo mismo podríamos
argumentar cuando los Estados Unidos invadieron Nicaragua a inicios del siglo
XX, cuando Mussolini invadió Abisinia, cuando Japón invadió Manchuria,
cuando Nixon decidió bombardear Cambodgia, cuando se decidió el golpe de
Estado contra Allende, cuando se decidió la segunda invasión a Irak, o
cuando Castro envió a pelear sus fuerzas militares a favor de Angola. En todos
estos casos, los principios, los motivos, los intereses, las consecuencias, los
verdaderos objetivos y las propias acciones fueron distorsionados u
omitidos a la opinión pública nacional e internacional, la cual no pudo ni
conocer ni aprobar, peor controlar, la gestión de sus gobiernos o de sus
Estados. Muchas de estas decisiones, de estas acciones, o muchos de
estos detalles, fueron conocidos solamente muchos años después que
se produjeron los hechos concretos, y la comunidad simplemente se encontró
de una vez ante los hechos consumados y sus consecuencias.
¿Se alinean o someten los países a sus principios éticos,
religiosos, políticos, tradiciones, costumbres, lealtades históricas y otros
valores para definir sus actuaciones en el contexto internacional? ¿Predominan
los principios o predominan los intereses?
Si bien los principios y el sustento ético predominan
en el discurso público y la intencionalidad política, los hechos demuestran un predominio
de los intereses en la decisión y acción política. Desde la experiencia meliana
hasta nuestros días, el comportamiento político interno y externo conserva dos
caras, la del discurso y la de la acción. Esto se hace cada vez más evidente y
claro con el desarrollo tecnológico en el ámbito de las comunicaciones, lo cual
crea una nueva tendencia en el manejo de la información y posibilita una mayor participación
independiente y un mayor control de la comunidad en la gestión del Estado. La
distancia entre la acción y la información se hace más corta y las
contradicciones se evidencian con mayor `prontitud y precisión. Wikileaks nos
deja claras lecciones al respecto.
En efecto, son las redes sociales las que llaman a
la solidaridad y oposición a los gobiernos antidemocráticos y opresores, a
combatir el abuso y la pobreza, la corrupción y las desigualdades económicas,
culturales y sociales, tal como lo experimentamos actualmente en Tunes y Egipto.
En el caso concreto de Wikileaks, las publicaciones recientes envían una clara
advertencia a políticos y gobernantes sobre la necesidad cada vez mayor de ser
consecuentes e íntegros en su actuación pública, y alinear el pensamiento
y la ética política con la acción política.
En los actuales momentos, los acontecimientos en
Egipto son observados con atención y oportunidad por la comunidad
internacional, la cual conoce con prontitud y mucha precisión lo que ahí
acontece, a pesar de las interferencias del gobierno y los problemas que
enfrentan corresponsales y periodistas de los distintos medios de comunicación.
El mensaje del Presidente Obama, aunque light
ha sido bastante claro y las reformas tienen que seguir de inmediato, lo cual
se ha convertido, automáticamente, en un compromiso del Presidente de los
Estados Unidos ante la opinión pública estadounidense e internacional.
Las ventajas del desarrollo tecnológico en las
comunicaciones están a la vista, y estas se convierten en una camisa de
fuerza y garantía para la integridad política, de alinear consistentemente el
discurso con la acción y los valores con el desempeño concreto de los
gobiernos. Hoy más que antes, la comunidad civil se encuentra unida, protegida
y debidamente informada por las redes sociales, en función de su propia
solidaridad e intereses.
We are
all Khaled Said, apareció en todas las redes sociales
recordando al joven estudiante y padre de familia desempleado que se autoinmolò
a consecuencia del cierre de su pequeño negoció por la policía egipcia. Nous sommes tous des
etrangers, era
nuestro grito de libertad durante los años setenta, cuando el ministro del
interior quiso botar a todos los extranjeros de Bélgica, debido a la fuerte carga
que significábamos para el presupuesto de educación.
Que lastima, solo pintábamos las paredes de
la vieja ciudad de Lovaina, a punta de balde, pintura y brocha gorda,
pues no contábamos con el Internet en esos tiempos. A pesar de todo, ¡nos
quedamos!
HARRY
MARTÍN DORN HOLMANN M. A.
DIRECTOS
ACADEMICO DE CARRERA
CIENCIAS
POLITICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
FACULTAD
DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS