EL HOLOCAUSTO
Aquellos que tuvieron acceso de primera
mano a los descubrimientos e imágenes del holocausto quedaron impactados por la
barbarie totalitaria a consecuencia del hiperrealismo político que reinó desde
fines del siglo XIX y se mantuvo latente entre guerras para explotar en toda su
magnificencia durante la década de los veinte del siglo pasado. Alemanes,
italianos y japoneses competían con los soviéticos en la era de Stalin por el
primer lugar en crueldad, violencia, violación al derecho internacional y
violaciones a los derechos humanos, en una carrera desenfrenada que cubrió de
vergüenza una de las etapas más oscuras
y urticantes de nuestra historia.
Todos aquellos conscientes de tal
experiencia, por vivencia propia o cercana, o por investigaciones científicas,
que nos hemos atrevido a hurgar en el infierno desatado por la tan cuestionada
modernidad de la época, no podemos más
que condenar y rechazar cualquier demostración o apenas insinuación de un nuevo
ascenso del fascismo, o caricatura del fascismo bajo el estuche de
hiperpresidencialismo, para justificar un indefinido y turbio modelo
totalitario de gestión del Estado, ya desprestigiado, desestimado y
despreciado, que desposoló al mundo y la humanidad entera, extrayendo hasta el último
gramo de dignidad y autoestima del mundo civilizado.
El trauma fue intenso, las heridas
profundas, el paciente vigoroso, y la recuperación económica milagrosa. Pero las secuelas perduran y la humanidad
llora, atemorizada, iracunda, y Max Horkheimer se disculpa pero confiesa:
“Pero la humanidad se ha autoafirmado y ha prevalecido desde siempre en
la naturaleza mediante el dominio, la explotación, el asesinato y el sometimiento
de las restantes criaturas, en caso necesario incluso del propio genero. Es la
especie más sangrienta y cruel del mundo conocido. Nada ha sido para ella lo suficientemente
sagrado, incluidas la verdad y la religión, como para dejar de utilizarlo como
instrumento del poder”…. “Las innovaciones y los inventos infinitamente
grandiosos que tenemos están en una relación muy estrecha con las terribles
cosas que han ocurrido” (Horkheimer, 2005: 153).
Nuevamente el demonio cabalga por los
Andes, y hoy más que nunca la democracia debe ser respetada, defendida,
mejorada y consolidada. Ya lo denunció y advirtió el Dr. Marco Lara durante su
brillante exposición sobre la vivencia democrática en el Ecuador (Primer Foro
de Pensamiento Político de la Universidad de los Hemisferios, 19 de enero de
2011), ¿un nuevo hiperpresidencialismo para el cambio de época?, ¿cambios para
el Estado?, ¿cambios en el Estado?, y, ¿cambios
por el Estado?, o, ¿se trata nuevamente de
aquellos aguaceros fuertes que hacen brotar a nuevos pensadores?, y, agrego yo, ¿ febriles
y plenos de euforia tropical?
Lamentablemente, la humanidad aprende más
por la experiencia que por la razón, aunque esto resulte a veces muy costoso. El
mal cambia adoptando formas y fondos de encantamiento que arrastran a incautos,
a malignos, a perniciosos y necesitados.
Está ahí, hic et nunc, ici et maintenant, pero paga más el poder, el crimen, la corrupción y la vanidad, que la
tan promovida y anhelada virtud.
¿La prueba? ¡Haití!!
Mientras el Secretario General de la OEA pronuncia
un perfumado discurso con aroma de banquete al final de la faena (rabos, orejas
y lomos finos), los haitianos se mueren de hambre y sed, sometidos a las
inclemencias del tiempo, de la ambición y de la política. Se pide un minuto de
silencio por las víctimas del holocausto, conviviendo con el horror unos pocos
kilómetros al pie de “The great Society”.
Mientras tanto, no nos queda más que
pelear a capa y espada por la defensa de la democracia real y plena,
continuando con aquella lucha que se inicia en 1215 con la Carta Magna, la Bill
of Rights de 1689, la primera constitución liberal de los Estados Unidos del año
1787, la Revolución Francesa y la declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano de 1789, así como la Declaración de los Derechos Humanos después de
la Segunda Guerra Mundial. Debemos insistir y repetir que “Los hombres nacen
libres por naturaleza”, “que la soberanía radica en el pueblo”, así como “el
derecho a la propiedad y la libre expresión”, entre muchas otras cosas. Ya nos
hemos referido al tema en ocasiones anteriores, que para combatir el Parkinson
absolutista recomiendo la Hermenéutica, hay que practicar un poco la
hermenéutica.
“La democracia es el peor de los sistemas
políticos, exceptuando todos los demás” (Winston Churchil)
“En esta democracia imperfecta es la
democracia en la que yo creo. En esta democracia imperfecta es la democracia en
la que yo quiero vivir” (Dr. Gustavo Estrella)
HARRY
MARTIN ANTONIO DORN HOLMANN
Director Académico de Carrera
Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Relaciones Internacionales
Universidad de Los Hemisferios
Paseo de la Universidad Nro. 300 y Juan Díaz (Urbanización Iñaquito Alto)
(5932) 17008436473 (Ext.224 )
harryd@uhemisferios.edu.ec
Quito – Ecuador
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(5932) 17008436473 (Ext.224 )
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Bibliografía: Max Horkheimer, 2005, Sociedad, razón y libertad. Editorial
Trotta, S. A. Madrid.
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