GRAMSCI Y TODOS LOS TIEMPOS
Un genio de la estrategia y el análisis político, este personaje histórico de todos los tiempos no deja de impresionar por la oportunidad, pertinencia y claridad de sus conceptos. Tengo que lamentar el hecho, que al igual que otros genios tenebrosos de la filosofía, la política y las artes, Gramsci elabora una teoría de la estrategia política de gran precisión y utilidad que se aplica hoy en día con una eficiencia pocas veces experimentada en la historia de los últimos doscientos años, para desgracia de la humanidad. Hitler, Mussolini, Stalin, Mao y otros dictadores mesiánicos aplicaron a tiempo completo la destrucción sistemática y secuencial de los centros tradicionales de poder valiéndose de la misma institucionalidad política y poder estatal para generar cambios radicales, no necesariamente revolucionarios ni progresistas, y perpetuarse en el poder.
En esta línea de pensamiento, mentes malignas pero brillantes han pasado a la historia y son estudiadas y textualmente aplicadas, pues no existe revolución exitosa sin teoría revolucionaria ni cambio exitoso sin teoría del cambio, insistiendo en la relatividad del término “exitoso”. De ahí proviene entonces la actualidad de un Maquiavelo y sus recomendaciones para la toma del poder y mantenimiento del poder, de Lenin sobre la función del Partido Comunista, de Stalin y sus permanentes conspiraciones y purgas, de Nietsche y la inmoralidad para beneficio de los más fuertes y poderosos, de Karl Schmitt y la relación amigo-enemigo como criterio de lo político, de Mao y su Revolución Cultural, y, del genial Gramsci y sus teorías sobre la hegemonía, bloque histórico y revolución.
Aquellos que siempre hemos creído en el valor y eficiencia de ciertos tipos de democracia como sustento indispensable de una sociedad civil y política, civilizada y segura, vemos con incredulidad y decepción como los actores políticos hoy en día se aferran en última y definitiva instancia a los principios realistas de la política y echan por tierra principios y valores, no importa su origen o inspiración, con el único objetivo de captar y permanecer en el poder. Vida eterna a Maquiavelo, Nietsche y para el admirado e imitado Gramsci: “No conozco sino a Grossi” (Callelo, 2007) respondió Althusser al ser interrogado respecto a la efiicacia y contenido de las superestructuras.
La manipulación y control de la institucionalidad política, la penetración de los centros del poder político, la neutralización de los controles constitucionales, en fin, la destrucción o “direccionamiento de la gobernabilidad democrática” es un objetivo real muy de moda en Latinoamérica que nos lleva a la “gobernabilidad en la ingobernabilidad” de otros tiempos, valga la redundancia, con otros estilos y ropajes, con mayor maquillaje y legitimación popular, pero con mayores perjuicios y costos sociales a largo plazo, por los recursos desperdiciados y magnitud de los cambios y resultados obtenidos. ¿Cuánto costó a los alemanes federales la unificación de Alemania o más bien la incorporación de la República “Democrática” Alemana a la República Federal de Alemania? No quiero ni pensar en el costo que tendrán que soportar nuestras pobres y barsoneadoras repúblicas, donde, desde hace mucho tiempo:
“Cristo va por las calles flaco y enclenque
Barrabás tiene esclavos y charreteras
y las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras”.
Barrabás tiene esclavos y charreteras
y las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras”.
(Maestro Rubén)
Y reclama el gigante americano:
“Soy Satán y soy un Cristo
que agoniza entre ladrones...
¡No comprendo dónde existo!
que agoniza entre ladrones...
¡No comprendo dónde existo!
HARRY DORN HOLMANN
IO SOI IO
Calello, Osvaldo. Gramsci: hegemonía, bloque histórico y revolución. www.izquierdanacional.org. 2007.
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