DE
LA HIPOCRECÍA ORGANIZADA HACIA LA ANARQUÍA
Algunas de
nuestras democracias presidencialistas en Latinoamérica han caído, de acuerdo
con Krasner, en la hipocresía organizada y viento en popa hacia la anarquía (en
un par de casos), pues las reglas, normas y principios democráticos
formalizados en sistemas de representación, sistemas electorales y órganos de
justicia, se han convertido en instrumentos de coerción al servicio de las
fuerzas y Estados poderosos, ya sea a nivel interno, ya sea a nivel del sistema
internacional.
La fragilidad y versatilidad de las instituciones
democráticas es evidente. Las reglas se respetan o no de acuerdo a las
circunstancias o conveniencias del poder, o se modifican al mismo ritmo de
cambio de los intereses del poder o de las relaciones de poder.
Llegado a cierto nivel o punto de inflexión, se
pierde la institucionalidad e influencia sobre la conducta de los actores, no
existen límites normativos y cuentan únicamente los intereses de los poderes
dominantes: se cae en la anarquía donde cada cual sobrevive por sus propios
medios, dominados por las pasiones, o tal como diría Hobbes, “el hombre se
convierte en lobo del hombre”.
A nivel internacional, hemos sido testigos del
bochornoso espectáculo de las votaciones en la Organización de Estados Americanos
(OEA), donde algunos de nuestros cancilleres, supuestamente informados y
preparados, no son capaces de plantear los objetivos a tratar en una asamblea,
ni de conocer los temas de reflexión, ni de comportarse como un ciudadano activo (para utilizar un término
utilitarista de J. S. Mill), pues no saben por qué están ahí ni están en
condiciones de saber. Queda solo un vacío institucional y la pobre anatomía de
una organización internacional, sin oficio ni beneficio, y un pueblo pobre y
desempleado sometido a sus cargas.
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