martes, 29 de marzo de 2011

La visita de Obama


Apostemos a la cooperación

Felicidades Sr. presidente Obama, su visita a los países de América Central y América del Sur constituye un gran paso en el camino correcto. En efecto, la pobreza se elimina o reduce generando riqueza, y la riqueza se obtiene generando valor agregado, invirtiendo en los sectores productivos, promoviendo el comercio y transparentando mercados. “Por sus obras los conoceréis” dijo nuestro Señor Jesucristo, y los resultados concretos son la mejor forma de verificar, desechar, comprobar o legitimar la eficiencia y eficacidad de los modelos de gobierno, de las teorías económicas o de las ideologías políticas.
Fue el edificio de Axel Sprienger del Spriengerverlag, desde Berlín Occidental, quien proporcionaba noticias que eran leídas por los habitantes de la sombría Berlín Oriental, lo que les permitía conocer, analizar, comparar y explicar las diferencias entre la Alemania Occidental y la Alemania comunista. La comparación de realidades no tiene ni bandera ni coloraciones ideológicas y a la larga, las evidencias y verdades se terminan imponiendo.
En nuestro mundo globalizado, la cooperación y la integración se imponen y nos demuestran con hechos concretos la pertinencia de sus principios y postulados. Tanto en Europa como en los países asiáticos, bajo distintas modalidades y mecanismos de coordinación y gestión, tales herramientas han demostrado los múltiples beneficios de una sociedad de Estados, ya sea regional o continental.
La “estabilidad del sistema internacional” a base de poder duro o poder blando ha quedado atrás y las políticas hegemónicas, ya sean de hegemonía absoluta o hegemonía cooperativa deben quedar en el pasado. La promoción de Shas, de Husseines, de Saddates y otras perlas de Basora, ha significado pérdidas en vidas humanas, de recursos materiales y de todo tipo, tanto para las economías centrales como para la humanidad, salvo aquellos intereses corporativistas que se benefician de la guerra y el dolor de los pueblos.


Hoy en día, la cooperación y procesos de integración tienen que sustentarse en mecanismos democráticos de beneficios mutuos, aun cuando existen grandes asimetrías entre Estados, diferenciando claramente lo que es una imposición hegemónica de lo que significa una guía u orientación política y económica. En buena hora que, después de la visita de Obama, los medios de comunicación se refieren ya a claras señales “de que se puede invertir y confiar en El Salvador y de un enfoque desarrollista y de responsabilidad conjunta para tratar los problemas de la migración”, lo cual pondría fin a las políticas seguritizadoras que no han aportado mayor cosa a la región.
La visita del presidente Obama a El Salvador, Brasil y Chile, establece importantes puntos de referencia como polos de desarrollo que les permitirán comparar modelos con resultados concretos en distintos países, cuya diversidad es evidente. Si las cosas continúan así, veremos los resultados de una mayor cooperación en una economía de mercado, en un modelo realista periférico y pragmático, y en un país con grandes esperanzas y reivindicaciones sociales, como es el caso de El Salvador.
¡Apostamos a la cooperación!

lunes, 21 de marzo de 2011

A PROPÓSITO DE INTERESES, VALORES E INTEGRIDAD.



Muchos compartimos la opinión que la política exterior de los Estados Unidos ha estado llena de contradicciones y que la visión cortoplacista y utilitarista de los funcionarios que la han manejado ha tenido consecuencias funestas para la nación americana. Acepto en parte el argumento del aislamiento en que se mantuvo ese país durante muchísimos años, pero hoy en día la realidad es otra, y la dualidad política o el doble discurso, ha significado grandes beneficios para la industria nacional y grandes pérdidas para la nación americana y el mundo.
Alrededor de 1930 la participación directa de la infantería de marina en el conflicto Nicaragüense en contra de Augusto Cesar Sandino duró algunos años. Luego el Gobierno Norteamericano apoyó decididamente al Régimen Somocista hasta la llegada del presidente Carter al poder y la caída de Anastasio Somoza D. en 1979. Los Estados Unidos de Norteamérica participaron activamente en la organización de la Guardia Nacional de Nicaragua, ellos fortalecieron el régimen dictatorial Somocista y ellos mismos tuvieron que darle las espaldas cuando la inseguridad y la inestabilidad se apoderaba de la región centroamericana. Una guerra prolongada de desgaste azotó la región centroamericana, con grandes pérdidas humanas por los continuos bombardeos y fuerte represión a civiles y guerrilleros, pacifistas y combatientes. Muchas veces a todos por igual.
En Vietnam fue evidente también el apoyo logístico que se le suministró a ese país para combatir a los japoneses antes y durante la segunda guerra mundial, con las consecuencias que esto después tuvo durante el conflicto que se inició nuevamente en la década del sesenta y sus repercusiones negativas para los Estados Unidos, antiguo aliado de los mismos vietnamitas.
En Irán se repite la historia. Ya organizada la CIA se prepara un golpe de estado para restituir en el poder al Sha, quien se había asilado anticipadamente en Italia ante un posible complot en su contra. Los intereses petroleros eran demasiado grandes para dejar esa área bajo la influencia soviética razón por la cual se fortaleció y modernizó al Monarca y al país bajo la tutela de la bandera americana.
Cuando los movimientos de oposición fueron incontenibles y respaldados por el islamismo radical, entonces hubo que ceder ante lo inevitable, y así, con el mismo poder de la riqueza petrolera y las mismas armas proporcionadas por los Estados Unidos, Irán se lanzo en una guerra de diez años contra su vecino Irak, gobernada en esa época por el entonces aliado de los Estados Unidos, nada menos que Saddam Hussein.
Saddam Hussein, fortalecido, armado, apoyado y respaldado primero por los mismos norteamericanos en su guerra contra Irán, tuvo luego que ser combatido, destituido, apresado, juzgado y ahorcado por los presidentes Bush padre e hijo. Y así, la historia se repite con el General Noriega en Panamá, con los rebeldes en Afganistán para combatir a los rusos y luego destronarlos a ellos mismos, para continuar con una ocupación armada que dura hasta nuestros días después de casi diez años.
¿Simples contradicciones, miopía cortoplacista, ingenuidad, errores estratégicos, o es que los Norteamericanos a lo largo de la historia han sido más inteligentes que nadie y no nos hemos dado cuenta, porque los resultados “reales” no están a nuestra vista? O simplemente apoyan a los malos, para que se conviertan en sus propios enemigos cuando son ya  más poderosos? Absurdo. Hay algo mas estructurado al respecto, lo veremos más adelante.
Está claro que a veces la suerte o el azar juegan a favor y este fue el caso en la primera etapa del proceso en  Irán. La CIA consiguió lo que querían (recuperar el poder para el Sha) un poco sin saber cómo, debido a la recién organizada “Compañía”. También es cierto que la “rentabilidad en el corto plazo” tiene prioridad tanto en las grandes empresas como en los intereses del gobierno Norteamericano. Los errores estratégicos fueron enormes en el caso de la guerra de Vietnam, tanto en el manejo externo del conflicto como en el manejo interno de la guerra. Pero, lo que sí ha existido, ha predominado, se ha promocionado y se ha defendido siempre, es un alto sentido de identificación con los intereses de la nación americana, sean o no acertadas las estrategias que se hayan implementado en los diferentes momentos históricos de cada conflicto. El Macro-objetivo ha sido aparente el mismo, aunque en la manera de conseguirlo o alcanzarlo se puede haber fallado, y los beneficios y costos hayan sido injustamente distribuidos.


Como estarían las cosas en este momento si norteamericanos y británicos hubiesen incorporados intereses rusos, franceses y alemanes dentro de una estrategia diferente para la limpieza y recuperación de Irak? Como habría variado el nivel de legitimación de esa intervención si se hubieran incorporados elementos de cooperación e impulso al desarrollo y democratización de Irak, tomando en cuenta variables religiosas y culturales?
Lo que si queda claro, al menos para mí, es que la estrategia del “Domino” puede haber funcionado, pero no siempre, y que un mundo globalizado como el de hoy, requiere de otro tipo de estrategias, mas globales o de tipo “sistémico”, donde la cooperación se impone, mas por necesidad que por conveniencia, ante un fenómeno generalizado de aspiraciones democráticas y soluciones a los problemas de narcolavado, narcotráfico, terrorismo y pobreza mundial. De lo contrario, tal como sucede actualmente en Irak, después de tantos años, la respuesta no ha sido ni será,  ni oportuna ni apropiada.
América debe recuperar y reencontrarse con la  América  del mismísimo Tocqueville, teórico francés del siglo XIX, quien decía, que si se prefiere una sociedad próspera, en vez de buscar gloria y poder para el Estado se debe conquista bienestar para cada uno de los miembros de la  comunidad.  Hoy en día, esto valdría tanto para la comunidad nacional como internacional, para la política interna y para la política externa.
En tal caso, y si de eso se trata, entonces hay que luchar por la igualdad y construir  gobiernos democráticos, y no promover dictaduras militares o regímenes totalitarios, cualquiera que sea su fuente de legitimidad. En una sociedad de este tipo, donde la igualdad es la ley y la democracia la principal característica del Estado, no hay duda que el objetivo prioritario es el bienestar de las grandes mayorías.
 En tal virtud, no somos participes de una estrategia o una política que por sus resultados se califique como virtuosa o no virtuosa, al más puro estilo de Maquiavelo, ni estamos de acuerdo en que las partes (o la contraparte) tiendan un puente y faciliten cualquier tipo de cooperación, ya sea por ambiciones políticas personales o por intereses económicos corporativos excluyentes, con la colaboración o en alianza con las elites locales irresponsables. Resulta peligroso y anacrónico aplicar políticas al estilo realista o hiperrealista de corte hobbesiano, legitimando el uso de la fuerza, el juego de suma cero y la implantación de un estado de guerra permanente. Hoy en día, resulta absurdo y anacrónico tratar de defender regímenes absolutistas como única opción de organización social, promoviendo una situación de “guerra de todos contra todos” bajo temor constante y peligro de muerte violenta, como sustento de un poder que imponga respeto sobre todos sus súbditos.
En la actualidad, el sistema internacional se caracteriza por una intensa interacción entre sus actores y una interdependencia cada vez mayor y compleja entre sus miembros. Bajo tales condiciones, resulta peligroso y destructivo impulsar políticas excluyentes (“Los intereses de un Estado excluyen los intereses de otro”, escribía Hedley Bull en su obra: The Anarchichal Society: a study of order in World Politics), promoviendo la fuerza y conduciendo los estados hacia un conflicto inevitable y destructivo. Los Estados no se rigen por la fuerza, pero pueden ser inducidos a relaciones de poder que se rigen por la fuerza.
El mundo global exige la solución de sus problemas y amenazas, bajo el paragua de una sociedad de estados conscientes de intereses y valores comunes, orientados por un  conjunto de reglas y finalidades específicas y compartidas, que regulen sus relaciones mutuas, limiten sus comportamientos, compartiendo la gestión y el funcionamiento de todas las instituciones y organizaciones  creadas para el efecto.
Lamentablemente, La Organización de Naciones Unidas se presenta nuevamente ante los hechos consumados, tal pájaro de mal agüero para imponer la democracia, después de 40 años de totalitarismo y corrupción, donde unos pocos se reparten las utilidades, y los muchos se reparten las pérdidas en vidas y en recursos, sin contar con las consecuencias a futuro, que ya se comienzan a ver y sentir.
¿No sería más inteligente prevenir que lamentar? ¿No es más beneficioso invertir en democracia que forjar dictadores y ahorcar tiranos? Los países poderosos y las economías centrales deben aprender, que las políticas realistas e hiperrealistas resultan más caras y perjudiciales, porque a la larga, es el mundo global quien termina pagando la factura de tanta destrucción y matanza. Resulta decadente y perverso que en pleno siglo XXI, para cada cambio o rectificación, tengamos que poner nuevamente en marcha la guillotina o la muerte lenta.

jueves, 10 de marzo de 2011

La integración mediterranea


La integración mediterránea

Karl Schiller, ministro de economía del nuevo gobierno socialdemócrata en la República Federal de Alemania a finales de los años sesenta, colaborador del flamante canciller Federal Willy Brandt; se distinguió como profesor en la cátedra de economía y le dio un nuevo impulso al manejo de la economía alemana durante los siete años que estuvo al frente de esta cartera de gobierno.

Hombre de buen gusto, moderno, objetivo y preciso, fue solicitado como asesor por algunos países del Golfo, y en especial por Arabia Saudita. Hombre calculador y prudente, Schiller recomendó un proceso de industrialización paulatino con el desarrollo paralelo de obras de infraestructura económica y social, para no ahogar las instalaciones portuarias y las ciudades, que debían dar cabida a toda una población de obreros, técnicos, empleados y ejecutivos, venidos de todas partes, para trabajar en las nuevas industrias, construcción de viviendas, construcción de carreteras, nuevas fuentes de energía, refinerías, y toda una gama de instalaciones industriales que los países desarrollados de Oriente y de Occidente proponían a los gobiernos del Golfo. Hubo ciudades que multiplicaron por cien su población en un periodo de diez años.

Schiller concluyó que la sola industrialización y desarrollo de infraestructura no eran suficientes, y que más bien, el alcance de tales objetivos y metas podrían ser causa de desequilibrio y tensiones importantes, si no se implementaban planes de educación, formación y capacitación del pueblo árabe para que asumieran la conducción y mandos medios en la industria moderna. Era necesario capacitar la nueva mano de obra, formar a los nuevos técnicos y preparar a los dirigentes y líderes que reemplazarían al numeroso recurso humano importado desde otros países.

La siembra del petróleo, recurso natural cuyas reservas se agotarían algún día, tenía que ser invertido en el desarrollo humano de los pueblos árabes, y no en los ya famosos “petrodólares”, los cuales perdían constantemente su valor real por efectos de la inflación y el colapso del patrón monetario internacional a raíz del cierre de la ventanilla oro de Estados Unidos, ordenado por el Presidente Nixon. De ahí la necesidad de dosificar la producción en función de las inversiones generadoras de conocimiento y fortalecimiento tecnológico, lo que llevó a una reducción de la extracción y exportación de petróleo al menos durante aquellos años.

El Ministro Schiller, un planificador y un técnico visionario de largo plazo, era partidario de la formación de un ciudadano árabe común, preparado para entender y participar activamente en la vida económica y política de sus países. Se hacía necesaria una formación con base en las ciencias sociales que les permita a médicos, ingenieros, biólogos, físicos, agrónomos y otros, incidir en la conducción política y estructuración de sus  instituciones políticas.

El ciudadano común debía protegerse contra los abusos del Estado y diseñar los mecanismos institucionales para que el Poder frene al Poder. El desarrollo y compromiso con las organizaciones intermedias era uno de los pasos importantes que podían concretarse en el mediano plazo para que los grupos de interés estuvieran debidamente representados, y sus dirigencias debidamente controladas y evaluadas en su desempeño, para no caer en las garras de la burocratización y corrupción de las organizaciones políticas.

Para ello, alcanzar la racionalidad política y económica, implicaba, entre otras cosas,  reducir la distancia entre gobernantes, partidos políticos y gobernados, mediante una interrelación estrecha entre todos los actores sociales, involucrando organizadamente a todos. Pero para eso, era indispensable una comunidad civil y política educada, con capacidad de dialogar, negociar, y lograr consensos.

Durante los últimos sesenta años, el determinismo científico y el fatalismo histórico en Europa era ya cosa del pasado, pese al universalismo latente, pero no determinante. El ser humano se concebía en la capacidad de forjar su propio destino tomando decisiones inteligentes y sabiendo definir exactamente el futuro de sus comunidades. De ahí el rechazo a toda forma de autoritarismo y promoción de la cooperación hasta el más alto nivel de la integración política. Mayo del 68 fue una de las grandes manifestaciones de ese rechazo al autoritarismo y defensa de las igualdades democráticas, como reconocimiento de esa capacidad aristotélica de autorrealización que tiene el hombre, utilizando el poder de la razón y su libertad para escoger su propio bien, así como la facultad de conocer y practicar la virtud, como medio de alcanzar nuestra felicidad. “No se trata de observar la historia, pues somos artistas de nuestro propio destino”, era el mensaje.

Contrario a la trayectoria y éxito europeo después de la Segunda Guerra Mundial, lamentablemente, la economía y la política en Irán y en los países árabes tomo un rumbo diferente, donde la democracia brilla totalmente por su ausencia. Se instalaron los gobiernos de orientación islámica radical, las monarquías tradicionales, o los gobiernos de facto, como el de Libia y el dictador Gadafi. Los países árabes continúan siendo extraordinariamente ricos en recursos, con una población mayoritariamente pobre, niveles de educación extremadamente bajos, y las grandes asimetrías que se observan entre las construcciones fastuosas, desarrollos hoteleros y comerciales magníficos, en un entorno de subdesarrollo y atraso. 

En el norte de África y Medio Oriente el maquiavelismo arribista y deshumanizado está presente, los gobiernos se instalan y perennizan en el poder, fomentando una exclusión mezquina y el servilismo de los seres humanos, mediante el uso de la fuerza y de la maquinaria militar proporcionada por los máximos “defensores de la democracia”. Ironía de las ironías: la historia se repite.

Surgen las revueltas en Túnez, Egipto, y hoy con mucha fuerza en Libia, y la gran integración mediterránea vuelve a la palestra como información de primera plana. Surge una nueva oportunidad para los países y pueblos árabes, esta vez promovida desde la Unión Europea que persevera inteligentemente en la estabilidad política y económica de la región, como parte de su geopolítica estratégica. Se habla ya de grandes inversiones, ambiciosos planes de desarrollo, canalización de recursos al estilo Plan Marshall, y grandes instalaciones industriales de todo tipo. El Presidente de Francia se pronuncia decididamente a favor de esta cooperación, e insta a los países europeos a participar en esta gran cruzada de integración de sus vecinos mediterráneos del sur.

¿Cuál será el resultado de todo esto? No lo sabemos por el momento. Los que sí están preparados son los grupos interesados y arribistas que se lamen y relamen preparados para el gran banquete, con la nueva generación de Shas y monarcas decadentes ya seleccionados y sentados a la mesa. Esta vez, esperamos que los pueblos árabes hayan aprendido de la experiencia de Grecia, Portugal y España y de los enormes beneficios generados por la integración y democratización de esos países. Con todas sus fallas, los resultados de la integración europea están a la vista.

No obstante lo anterior, se sobreentiende que los países árabes tendrán que tomar en cuenta sus diferencias religiosas y culturales, aprovechar las posibilidades y ventajas de la modernización sin caer necesariamente en la occidentalización. Los modelos y procesos de integración no son más que eso: modelos. Los países deben interpretar y adaptar dichos modelos a sus propios intereses y conveniencias, donde las redes sociales desempeñan una importante labor de dirección y control de la gestión gubernamental. En efecto,  las fuerzas y los intereses universalistas continuarán presentes, dentro y fuera de los países árabes y de Irán, donde el doble discurso y la doble moral afloran nuevamente, tal como ha ocurrido en épocas pasadas. Basta con recordar el caso de Saddam Hussein, de la familia Somoza, de Noriega, del dictador Pérez Jiménez y otros gobernantes de facto que fueron bienvenidos, fortalecidos, maldecidos y abandonados de acuerdo a los intereses y oportunidades del momento. El propio Pérez Jiménez fue condecorado y recibido en Washington días antes de iniciarse la revuelta que terminó con sus años de tiranía y el Sha de Irán fue colocado, destituido y restaurado en el poder para condenarlo luego a un prolongado periplo de destierro hasta su muerte.

Pero como dice la sabiduría popular, la oportunidad es calva, y hay que aprovecharla. Pero hay que saber aprovecharla. De no ser así, ¿podrán los árabes esperar otros cuarenta, cincuenta o cien  años?

HARRY MARTÍN DORN HOLMANN
Director Académico de Carrera
Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Relaciones Internacionales
Universidad de Los Hemisferios
Paseo de la Universidad Nro. 300 y Juan Díaz (Urbanización Iñaquito Alto)
(5932) 17008436473 (Ext.224 )
harryd@uhemisferios.edu.ec
Quito – Ecuador




viernes, 25 de febrero de 2011

SOBRE LA INSEGURIDAD JURIDICA: REFLEXIONES DESDE LO ETICO, LO POLITICO Y LO SOCIAL.


SOBRE LA INSEGURIDAD JURIDICA: REFLEXIONES DESDE LO ETICO, LO POLITICO Y LO SOCIAL.

La falta de seguridad jurídica en el Ecuador  es un tema antiguo que se agudiza cada vez más por la inoperancia de los medios de control del Estado y de la Sociedad Civil.  Lamentablemente, la inseguridad invade cada vez más la esfera pública y privada en detrimento de los contratos privados y cualquier otra modalidad de compromiso entre partes interesadas. El comportamiento ético se pervierte. La moral se relativiza. Los valores se materializan. El positivismo puro y frio se afianza.
Las acusaciones de corrupción se producen a diario y cada vez con mayor intensidad, por las dimensiones de las actividades productivas, más intensas y descentralizadas, y por los flujos de capital, cuyos montos en el mundo global  alcanzan dimensiones nunca vistas en la historia de la humanidad.
En países del tercer mundo, la demanda de la India y la China caen como las primeras aguas de verano, por los incrementos de precios en productos agrícolas y petróleo. El Estado incrementa sus ingresos y el populismo aflora. Los nuevos ricos pululan. Algunos gobiernos reviven la experiencia de los años 70, con el incremento de los precios del petróleo: “plata fácil, gasto innecesario”. Otros actúan racionalmente y reducen las distancias con el primer mundo: “de países emergentes se convierten en EAGLES (Emerging and Growth Leading Economies), simplemente, invierten sus riquezas y siembran un futuro mejor y prometedor”
Los contratos y sus disposiciones, caminan por un lado y la aplicación de la justicia camina con su propio ritmo e intereses por el otro. Aquello de que los términos y condiciones de un contrato son considerados ley para las partes ha quedado en la pura teoría, cuando la doctrina y la ley caminan por rumbos distintos de la correcta aplicación de la  justicia. El concepto de justicia mismo ha degenerado en un total y completo relativismo, donde el parentesco, la amistad, las influencias, los intereses creados, el poder político, y otros factores, condicionan para cada caso individual la interpretación y aplicación de la ley. Lo particular prima sobre lo general y las excepciones priman sobre la regla, y la sociedad civil muere de fatiga y dolor en el “peladero judicante”.
La descomposición moral de la sociedad civil se acentúa y la sociedad política se contamina y ambas  repotencian la corrupción de la justicia, ya que las prácticas y procedimientos aplicados salen totalmente fuera de la institucionalidad formal, configurándose así un verdadero sistema de Insumo-Producto y retroalimentación eficiente, para el perfeccionamiento “cultural” de la corrupia corrupta. A la larga, la sociedad civil se sacrifica, se autoinmola.
En otro ámbito, respecto de la finalidad y operatividad de los contratos, en términos comerciales y económicos en general, la moda vigente consiste en buscar a toda costa y por todos los medios la caducidad de los mismos, antes que superar las posibles y normales controversias que se pueden suscitar en toda práctica comercial o financiera.
La práctica del arranche se impone y los bienes ajenos son codiciados con especial empeño.
Todo contrato es un instrumento convencional en función de una actividad humana que debe regularse, conforme a los términos y condiciones previstas en la ley, y de acuerdo al interés y conveniencia de las partes. Un contrato comercial, por ejemplo,  pretende fijar los términos y condiciones generales y de conveniencia, en el marco de la ley, para que las partes realicen sus respectivos objetivos utilitarios, dando origen a la celebración del contrato y aplicación de los términos de conveniencia.  En consecuencia,  toda controversia o conflicto debería superarse en defensa y protección de los objetivos de las partes y no en interés de abogados, jueces y personal de los juzgados, o de alguna autoridad o poder  político interesado. Apelamos con vigor con al slogan de campaña de Clinton: “Se trata de la economía estúpido, de la economía”.
En tal virtud, la vigencia y respeto de los contratos constituye uno de los principales pilares y sustento de nuestras democracias liberales representativas, pero como bien lo explica el Dr. Fabián Corral:

“Es uno de los principios más enunciados pero menos comprendidos y aplicados. Más aún, constituye una genuina aspiración de la sociedad. Pero, hay quienes dicen que la seguridad jurídica es una excusa para mantener el statu quo, y un argumento para defender privilegios y obstaculizar el cambio” (Fabián Corral, La Seguridad Jurídica. Diario El Comercio, 01 de febrero de 2008).



La seguridad jurídica se mide por la aplicación de la justicia en función del régimen o marco jurídico vigente en nuestras sociedades, y no necesariamente para defender privilegios mediante prácticas corruptas ya denunciadas, o reproducir relaciones de poder. Un régimen de derecho y vivir bajo un régimen de derecho, puede traer o no consecuencias perversas dependiendo del uso que se de al ordenamiento jurídico. Se trata más bien de la “cultura jurídica”, sustentada en lo que es éticamente correcto, la que moldea un comportamiento justo como antesala y sustento del ordenamiento jurídico. De no ser así, no tendría sentido aspirar a un verdadero régimen democrático, llámese democracia británica, parlamentaria o presidencialista, representativa o directa. Tampoco tendría sentido un régimen socialista, comunista o populista, puesto que, lo pervertido pervierte.

En consecuencia, atacar o condenar la norma per se o al orden jurídico per se no tiene sentido, puesto que la bondad del instrumento depende del uso del instrumento. Un bisturí no es un instrumento bueno o malo per se, y su uso y resultados dependen de la formación, experiencia  y capacidades del médico; de su capacidad técnica y científica para sanar, y de su predisposición para hacer el bien.

En cuanto al aspecto doctrinario, la seguridad jurídica es un tema de producción reciente en los textos ecuatorianos, pero el problema no solamente se origina ahí. Sin embargo, el concepto podría estar mil veces consagrado y definido en la constitución y cuerpo de leyes, pero no habrá seguridad jurídica mientras no se valore y se interiorice el valor de la seguridad jurídica. Al respecto, por ejemplo, la existencia y reconocimiento de un derecho no necesariamente implica el goce pleno de ese o esos derechos, especialmente en el ámbito de los derechos económicos y sociales, ya no se diga en el ámbito de la administración general de la justicia. Se trata entonces del goce efectivo de un derecho y no del reconocimiento de un derecho. Se trata de sustentar, reconocer, implementar y aplicar la norma, y no de formularla simplemente.

Concuerdo plenamente con el Dr. Fabián Corral cuando afirma que:

“La existencia de reglas de juego sólidas, justas y bien hechas asegura la previsibilidad respecto de los actos de las autoridades y de los jueces. La responsabilidad legal del Estado y sus funcionarios y la posibilidad de demandar daños y perjuicios por sus acciones y omisiones, garantizan el apego a la Ley” (Fabián Corral, La Seguridad Jurídica. Diario El Comercio, 01 de febrero de 2008)

De acuerdo. Pero el problema no radica solamente en la existencia o elaboración de las leyes, sino más bien en el análisis perverso del costo-beneficio por infringir la ley o aplicar criterios equivocados para beneficiar una de las partes, “interpretando” la ley. Nuevamente, regresamos al concepto de ciudadano “virtuoso” del que hablaba Montesquieu para que un sistema de equilibrio de poderes funcione y una existencia plena en derecho se haga realidad; “Creer en el estricto cumplimiento y apego a la ley”.
En definitiva, es la ética de la sociedad civil el sustento moral de la sociedad política o sistema político-administrativo, y eso incluye al poder judicial, como uno de los principales poderes del Estado.

HARRY DORN HOLMANN