LA GLOBALIZACION IMAGINADA: UNA INTERPRETACIÓN DESDE LA CONCEPCIÓN Y
ENFOQUE DE NÉSTOR GARCÍA CANCLINI
POR: MSc. HARRY MARTIN DORN HOLMANN
La globalización ha sido
definida de distintas maneras y desde distintos enfoques teóricos. Algunos
autores como Arjun Appaduray se refieren a los múltiples paisajes globales como
el paisaje cultural, el paisaje tecnológico, el paisaje economico, etc,
haciendo notar la enorme cantidad de flujos e intercambios de distinta
naturaleza característicos del mundo global, como un tejido complejo que
conecta a los países creando entre ellos complejas relaciones de
interdependencia, matizadas por las características propias de cada uno, en
términos de sensibilidad y vulnerabilidad, simetrías y asimetrías, dependiendo
del poder economico, político y militar de cada país.
Otros expertos en relaciones
internacionales estudian la estrecha relación entre globalización y
neoliberalismo y la gran expansión de los distintos flujos en los últimos 30
años, creando aún mayor interdependencia entre países y regiones. La teoría se sustenta en la interdependencia compleja
entre actores internacionales y conveniencia de regular sus comportamientos mediante
redes de reglas, normas y procedimientos y controlar sus efectos en materias de
interés común como la inversión, la propiedad intelectual, los intercambios
culturales, la cooperación, la producción y el libre comercio, entendido este
ultimo como la regulación de la desregulación del comercio.
Este modelo de interdependencia compleja del sistema
internacional en oposición al modelo de realismo político, se
caracteriza también por los múltiples
canales de interconexión entre sociedades: interestatales,
transgubernamentales, y transnacionales, cuyos procesos y
relaciones entre estado y sociedad son fundamentales para entender la política
y la economía mundial. Bajo la concepción neoliberal, no solo el poder define
las relaciones internacionales sino también las relaciones económicas,
culturales e ideológicas de actores estatales y no-estatales, de ahí la
importancia de las variables de análisis como costo-beneficio, rentabilidad,
vulnerabilidad, sensibilidad, hegemonía, preferencias nacionales e
interacciones estratégicas entre actores centrales como los estados, grupos dominantes, empresas
transnacionales, movimientos sociales e instituciones.
En su obra, La Globalización Imaginada, García
Canclini nos aporta con un extraordinario enfoque sobre la globalización y la
identidad, incorporando distintos elementos como la expansión de los
intercambios internacionales, las elites políticas transnacionalizadas, las
distancias entre individuos y entidades supranacionales, el debilitamiento de
la democracia, la dependencia económica, y la invasión cultural desde los centros
globalizadores, generando miedo al otro, a la exclusión y al sin sentido, como
si se tratase de una invasión
extraterrestre.
Estos regímenes
y procesos son claves para entender los mecanismos de fomento de las
desigualdades y la pobreza, el estancamiento salarial y desempleo, y lo que
años atrás Amín denominó las profundas diferencias entre el centro capitalista
y la periferia capitalista y desequilibrio en las relaciones internas y
externas de las sociedades. Cardozo se
refirió también a las relaciones de dominación y posiciones distintas en la
estructura global del sistema capitalista para comprender la lógica económica
de la expansión capitalista comercial e industrial.
Canclini se
interroga sobre el debilitamiento de los Estados nacionales, la impotencia
ciudadana y la recomposición globalizada del poder y la riqueza, la destrucción
o debilitamiento de los productores periféricos, la absorción o fusiones
empresariales y el encapsulamiento a veces de la cultura periférica en sus
tradiciones locales. Cuestiona también la expansión de industrias culturales con
capacidad de homogeneizar las diversidades locales y regionales (la
globalización de lo local, medios de comunicación y diversión; cine, televisión,
DirecTV, Hola) y los arreglos cupulares o las negociaciones que prevalecen
sobre los mandatos de los representantes.
En el caso de la
Unión Europea y el afianzamiento de la unificación económica, Canclini se
refiere a la “Europa de los banqueros”, con bajo consenso social, cuestionando
la forma de creación de lazos sociales ya que la teoría globalizadora no toma
en cuenta los costos sociales (citando a Bourdieu y otros). Para Canclini, todo
esto desvincula a las personas con su territorio nativo, al arbitrio de centros
de decisión lejanos, desconocidos y anónimos.
¿Hacia dónde nos
conducen la expansión de las empresas transnacionales, la expansión de los
mercados y pensamientos únicos? ¿Qué pasará con los pensamientos alternativos,
la proliferación de las disidencias la solidaridad de las ONG y los movimientos
sociales?: Se duda de que puedan ser en verdad alternativas por cuantas veces
acaban subordinadas al orden totalizador.
Para Canclini, la
situación es más compleja que la simple oposición entre lo global y lo local.
La redistribución entre lo propio y lo ajeno. Las personas se sumergen en un
mar de relaciones primarias (vínculos
entre personas) relaciones secundarias (vínculos entre funciones sociales) y
relaciones terciarias (mediadas por tecnologías y grandes organizaciones.
Relaciones totalmente despersonalizadas) y relaciones cuaternarias, en que una de las
partes no es consciente de la relación: espionaje telefónico, censos, banca de
datos comerciales y financieros, vigilancia (Ver la película “la vida de los otros”).
¿Qué podemos
hacer? ¿Reconvertirnos en sujetos del trabajo y el consumo? O replegarse en unidades territoriales,
religiosas y étnicas para acortar distancias. Para Canclini, esto sería “Escaparse por la tangente”. ¿Conviene
entonces negociar la diversidad, o proyectar las perspectivas periféricas a
escala transnacional? Esto sería
agrandar las fronteras de la desigualdad que separan cada vez más a los
conectados a redes supranacionales y quienes permanecen en lo local.
La hipótesis que
el autor trabaja es que lo fragmentario es un rasgo estructural de los procesos
globalizadores: La globalización es un
conjunto de procesos de homogeneización y fraccionamiento articulado del mundo.
Las diferencias y desigualdades se reordenan sin suprimirlas. Ni con los
acuerdos más integrales como la Unión Europea se resuelven efectos negativos
como el desempleo, o la actual crisis financiera, o los problemas migratorios,
ni se llega a arreglos duraderos o definitivos en materia de mercado y
cuestiones sociales, peor cuando se trata de arreglos cupulares alrededor de
conflictos como el de Siria. En la Unión Europea, según el autor, existen
cuerpos diferenciados: Anglosajones y latinos con distintas valoraciones (sobre
la ecología, por ejemplo). La
estrategia hegemónica de la globalización atiende solo lo que es reductible al
mercado o lo que cabe en sus políticas clientelares.
Es decir, la globalización homogeniza y desecha de
acuerdo a su conveniencia
Según Canclini, La globalización se hace cargo de la cultura. Los
procesos globales se vienen construyendo por la circulación más fluidas de
capitales, bienes y mensajes, pero también de personas que se trasladan entre
países y culturas como migrantes, turistas, ejecutivos, estudiantes, con idas y
vueltas, manteniendo vínculos entre sociedades de origen y de itinerancia que
no eran posibles hasta mediados del siglo XX.
¿Quiénes son nuestros otros? Las seis narrativas del autor y su
confrontación con datos empíricos muestran el poder que tienen las
construcciones imaginarias sobre la identidad de los otros y sobre la propia
para recortar y manipular los procesos sociales. Por otra parte, la
globalización y las integraciones regionales exigen conocer mejor a los otros e
indagar como pueden convivir nuestras diferencias y como producir e
intercambiar cultura propia con otras regiones.
La circulación tan fluida de lo que se produce en distintas regiones
hace que volvamos a preguntarnos a que nos referimos cuando hablamos de
producción cultural propia. No se resuelven las dificultades con divagaciones
sobre una supuesta identidad latinoamericana. America latina es demasiado
heterogénea como para afirmar sus proyectos conjuntos en unificaciones
esencialistas y forzadas, que desconocen las distancias y desigualdades
internas. Es necesario, para entender el presente y el futuro, pensar el
espacio común latinoamericano también como un espacio suramericano y un espacio
interamericano. No se puede desconocer la heterogeneidad política
latinoamericana. Es evidente que los cambios generados por los actuales flujos
tecnológicos y económicos no pueden ser encarados con los antiguos discursos
identitarios ni con las políticas de multiculturalidad desplegadas dentro de
cada nación cuando estas eran unidades más autónomas.
Quienes son los otros que nos interesan o aceptan para intensificar
relaciones e intercambios, además de considerar la historia de la cual
procedemos hay que revisar las nuevas confrontaciones geopolíticas y
geoculturales, dentro y fuera de los acuerdos de libre comercio y de
integración. La interculturalidad globalizada no suprimió las individualidades
pero la interacción se volvió insoslayable. Con los movimientos globalizadores
vino la secularización y el relativismo intelectual, ampliando nuestra
capacidad para comprender y aceptar lo diferente.
Para Néstor García Canclini los imaginarios que acompañan a los
datos duros de la globalización son en primer lugar elaborados desde los
centros de poder. Tienen que ver con la pretensión de una homogeneidad cultural
global en clave neoliberal. Pero, por otra parte, la globalización, activa la
interculturalidad y provoca el surgimiento de otros imaginarios contrapuestos a
las narrativas hegemónicas.
García
Canclini considera que la creciente oposición a
la homogeneidad forzosa no es una reacción local por parte de identidades
culturales que a priori estarían opuestas a lo global. Entre ambos extremos
hay múltiples mediaciones. Para explorar cómo pueden surgir sujetos que puedan
cambiar el rumbo de la globalización es necesario, entonces, descubrir lo que García Canclini llama »nuevos espacios de
intermediación cultural y política«. El trabajo intelectual debe apuntar
entonces a que »el futuro de la globalización lo decidan ciudadanos
multiculturales.
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