TEORÍAS Y EXPERIENCIAS DE
DESARROLLO RURAL
LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS
IMPACTOS EN LA AGRICULTURA Y LAS POSIBILIDADES DE DESARROLLO RURAL BAJO LA PERSPECTIVA
DE RICARDO GRINSPUN, LOUIS LEFEBER Y JOSEPH STIGLITZ
Por: Harry Martín Dorn Holmann
ANTECEDENTES, PROBLEMA Y PREGUNTA DE
INVESTIGACIÓN
Antecedentes. Los años setenta y la década de los ochenta
dejan grandes lecciones y enormes heridas en los países
pobres del sistema internacional y en América latina en
particular. Por una parte, quedó claro que el modelo de
substitución de importaciones a ultranza,
el endeudamiento agresivo sin control, el gasto fiscal desenfrenado y los modelos nacionalistas desarrollistas
no surtieron los efectos esperados, y más bien,
la brecha fiscal y la brecha externa ocasionaron el colapso de las escuálidas economías latinoamericanas,
con una pesada deuda externa, altos índices de desempleo, de
pobreza extrema, y el fortalecimiento del narcotráfico y narcolavado como alternativas de trabajo, dando paso también a
una novedosa organización del crimen organizado conexo, tecnificado y administrado bajo modernos
esquemas de gestión.
La caída del muro
de Berlín, la desintegración del Sistema Soviético y el Consenso de Washington, constituyen el nuevo entorno
para la promoción e implementación de una nueva política neoliberal a nivel mundial bajo el tutelaje de
Estados Unidos y sus principales aliados, Japón y
Europa. Nace entonces la Organización Mundial del Comercio en 1994 (inicia
sus operaciones en 1995) con una nueva concepción de la regulación de la desregulación del
comercio mundial,
con la proyección de ampliar su ámbito de acción y control a los servicios
financieros, inversiones de capital, propiedad intelectual y patentes, bajo
principios, normas y procedimientos
“democráticos” que se constituirían en el nuevo instrumento para impulsar el
comercio, la transferencia de tecnología hacia los países pobres, incrementar
la productividad y la producción, generar empleo, mejorar las condiciones
de salud y combatir por este medio una de las grandes amenazas del mundo global: la extrema pobreza.
de salud y combatir por este medio una de las grandes amenazas del mundo global: la extrema pobreza.
El problema. Después de casi una
década y media de negociaciones y el estancamiento de la Ronda de Doha, los objetivos de la OMC se descubren más
como objetivos aparentes
que objetivos reales de desarrollo, sucumbiendo a los intereses de algunos estados y empresas
transnacionales y destruyendo esperanzas y expectativas de los países
pobres sobre mercado y prosperidad. Tal como lo
expresa Roberto Bossio
en el prólogo de la obra de Martín Kohr, el proceso globalizador no ha significado progreso para la humanidad empobrecida que vive con menos
de dos dólares diarios, y
los compromisos asumidos durante la Ronda Uruguay perjudican a los sectores más vulnerables (Bossio, en Martín
Kohr, 2003).
El comportamiento realista de los estados ricos
contradice el espíritu del régimen mundial de comercio e impide la cooperación para la cooperación como condición
indispensable para la
convergencia de intereses y fortalecimiento de la OMC, y más bien, son los estados más desarrollados
los que aplican sus recursos
hegemónicos para bloquear negociaciones y utilizar instrumentos colaterales (TLC, el
Convenio de Diversidad Biológica, el Acuerdo Multilateral de Inversiones, los famosos ADPIC-Plus, los Tratados Bilaterales de
Inversiones, y la misma Acta de Comercio de 1974 de los Estados Unidos), con la finalidad de bloquear la OMC y
mantener estancada la actual Ronda de Negociaciones de Doha. Adicionalmente, tal como lo afirman algunos críticos de la
globalización, entre ellos Stiglitz (2006), la aprobación en Marraquech del acuerdo ADPIC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el
Comercio) el 15 de abril de 1994 significó el triunfo de los intereses empresariales sobre los intereses
de la mayoría, o el triunfo de los beneficios económicos sobre los valores
fundamentales de la
humanidad, tales como el medio ambiente, la justicia social, el bienestar de los pueblos e
incluso la vida.
En el caso especifico de los ADPIC, a la hora de redactar, aprobar y
ejecutar el acuerdo, los intereses empresariales estuvieron siempre debidamente
representados. En Ginebra, durante
las negociaciones llevadas a cabo en 1993 (con conocimiento del Consejo de Asesores
Económicos y la Oficina de
Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca), los negociadores norteamericanos y europeos se sumaron y
respondieron a las
expectativas de la industria farmacéutica: alargar la vida de las patentes sin
considerar las desventajas de un prolongado periodo de monopolización (Stiglitz, 2006):
“El acuerdo sobre los ADPIC impuso en todo el mundo la normativa de propiedad intelectual
dominante en Estados Unidos y en Europa. Sin embargo, en mi opinión, el actual régimen de propiedad intelectual no es
bueno ni para Estados Unidos ni para Europa, ni siquiera lo es para los intereses
de los países en vías
de desarrollo” (Stiglitz, 2006:160).
En efecto, lejos de promover la innovación,
de facilitar el acceso a medicamentos baratos, de fomentar la justicia social y
el bienestar de los países, los ADPIC y el actual régimen de comercio han
promovido más bien rentas monopolísticas, han ampliado la cobertura de patentes y han consolidado monopolios en la
producción de medicamentos, han legalizado altos precios y grandes beneficios para las
empresas farmacéuticas, todo esto en detrimento de la eficiencia económica, la
competitividad, la generación de conocimientos y la salud de los pueblos.
Sin embargo, los países pequeños y pobres no pueden oponer
resistencia ante la biopiratería y registro de patentes
derivadas de los saberes
tradicionales (Stiglitz, 2006), no pueden vetar la entrada o importación de los alimentos transgénicos
provenientes de los
países desarrollados, ni consiguen (pese a la oposición constante) eliminar las subvenciones a los
productos agrícolas
europeos, japoneses y norteamericanos:
“A lo largo del presente libro he subrayado que la
forma en que se toman las decisiones
en la arena internacional -a lo que llamo “gobernanza”- adolece de dos defectos
fundamentales: por un lado, los países en vías de desarrollo apenas tienen voz; por
otro, la voz de los
intereses creados se hace oír demasiado” (Stiglitz, 2006: 172).
¿Cómo es posible entonces que se hayan ignorado los intereses de las grandes mayorías, se hayan
marginado los valores y
principios básicos de la comunidad internacional y sus múltiples necesidades y falencias? ¿Cuáles son las causas por las cuales se monopoliza el conocimiento,
se impide la innovación, se
fomenta la concentración de la propiedad, se encarecen los medicamentos y se
perjudica el bienestar de las grandes
mayorías pobres? ¿Existe un régimen internacional del comercio debidamente equilibrado, cuyas
bondades, beneficios y costos, están debidamente distribuidos?
Preguntas de
investigación. Planteamos
entonces nuestra pregunta de investigación: ¿Bajo qué condiciones la institucionalidad de la OMC
entendida por -objetivos, principios, normas y
reglas- ha favorecido el
endurecimiento del régimen de propiedad intelectual, el desplazamiento de los objetivos reales por
los objetivos aparentes, y ha llevado al estancamiento de las negociaciones en el marco de la Ronda
de Doha? ¿Cuáles son los obstáculos nacionales e internacionales para la
formulación e implementación de políticas de desarrollo rural equitativas?
¿Cómo está afectando este sistema de comercio global a los pequeños
agricultores, la seguridad alimentaria y los negocios comunitarios? ¿Cómo
afectan las normativas y las instituciones de comercio (nos limitaremos
fundamentalmente a la Organización Mundial del Comercio, OMC) las oportunidades
de desarrollo diversificado y sustentable tanto rural como local?
ENFOQUE TEORICO
Desde nuestro
enfoque particular y para responder a las preguntas de investigación, insistimos:
(1) en el tema de propiedad intelectual y otros instrumentos de dominación hegemónicos (2) acerca del
estancamiento y endurecimiento
de las negociaciones en la OMC como un problema de gobernanza y desequilibrio en el diseño
y aplicación de los acuerdos (3) acerca
del sistema OMC y sus diferentes acuerdos de inspiración neoliberal (sus objetivos,
el producto y los métodos y procedimientos de toma de decisiones al interior de la
Organización) como régimen internacional sujeto a presiones de toda índole que derivan de intereses de diversas
naturaleza, así como (4) las denuncias
sobre la falta de transparencia donde se manifiestan claramente las influencias
de la riqueza y distribución y ejercicio del poder de los distintos actores del
sistema internacional.
En materia
internacional, la teoría de la estabilidad
hegemónica, la teoría
general de los regímenes internacionales y la cooperación y la teoría de la interdependencia
compleja, nos demuestran que la cooperación para la cooperación global (en términos de
liberación del comercio, transferencia de tecnología, inversión externa directa, crecimiento de la
producción, mejora en la
educación la salud y la vivienda, democratización de la economía, y combate al crimen global), más que una
conveniencia, se ha convertido en una necesidad, lo cual no es reconocido ni
aplicado por los estados desarrollados. Por el contrario, los estados más ricos
o las economías centrales, están lejos de substituir el realismo por el
comportamiento cooperativo en la toma de decisiones de interés global (Kyoto es
un ejemplo concreto, y los subsidios agrícolas en la OMC son otro).
Ricardo Grinspun
(2008)define el escenario ideal de una política rural en términos de control
sobre los activos de producción, acceso a la educación y la salud, formación de
capacidades empresariales, y diversos arreglos institucionales para la
comercialización de productos y compras de insumos bajo esquemas cooperativos
que garanticen la provisión de bienes agrícolas, generación de empleo,
generación de ingresos, desarrollo de mercados locales y domésticos y
desarrollo de infraestructura de irrigación y transporte. Este mismo escenario
es propuesto por Lefeber con instituciones gubernamentales activas que mejoren
los servicios y formulen programas de desarrollo con la participación de los
beneficiarios directos de dichos programas. Liisa North se pronuncia también
por el fortalecimiento político y organizacional de pequeños productores
agrícolas para promover el empleo, el abastecimiento interno, y el desarrollo
rural como soporte del despegue industrial.
Grinspun (2008)
argumenta, que el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC sirve como herramienta
para avanzar en la liberalización comercial pero representa los intereses de
los grandes países exportadores y corporaciones transnacionales
agroindustriales, y amenaza con perjudicar la seguridad alimentaria, el empleo,
y los ingresos de las poblaciones rurales vulnerables, pues, en países menos
desarrollados la agricultura en pequeña escala provee empleo y alimentos de
primera necesidad (Oxfam GB, 2000 en Grinspun, 2008) y contribuye a la
seguridad alimentaria, diversidad social y biológica, a través de cultivos múltiples,
y en consecuencia al desarrollo sustentable.
Sin embargo, la
agricultura en pequeña escala se encuentra amenazada por la política neoliberal
en favor de los grandes terratenientes, generando pobreza rural, migración
urbana, y hacinamiento en suburbios periféricos. Los beneficios de la
liberación comercial no se evidencian, pues el crecimiento economico se
concentra en los países industrializados ricos, mientras que en America Latina
el PIB per cápita crece solo el 6% entre 1980 a 1998, en comparación a un
crecimiento del 75% entre 1960 y 1980 (Weisbrot et al., 2000 en Grinspun, 2008).
Respecto a la OMC,
según Grinspun, el proceso de negociación, las reglas, y los mecanismos de
solución de controversias favorecen a los grandes actores transnacionales,
perjudicando a los países menos desarrollados y con voz limitada durante las
negociaciones. Se desalienta entonces la diversificación rural, la tenencia
equitativa de la tierra, y la producción comunitaria. Además, los agricultores y las comunidades indígenas
se ven perjudicadas por el Acuerdo de Propiedad Intelectual Relacionados al
Comercio y el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) pues no
se reconocen sus derechos y se les despojan sin compensación sus conocimientos
tradicionales, como es el caso de las plantas medicinales (Grinspun, 2008).
Los subsidios a la
exportación continúan a pesar de la oposición expresa de la OMC sobre tales
políticas, sin embargo, estos se mantienen en Estados Unidos, la Unión Europea
y otros países, compitiendo con precios artificialmente bajos en el mercado
internacional, perjudicando a los agricultores de países menos desarrollados.
Louis Lefeber
(2008) critica la estabilización neoliberal, la liberalización de losmercados
del control gubernamental y el avance hacia el mercado libre. Según Lefeber,
estos son argumentos fuertemente ideológicos y maniqueos que benefician la
orientación hacia el exterior y condenan la orientación hacia el interior,
aplicando erróneamente la tesis de Prebisch/Singer. La mala administración de
los subsidios, la falta de interés y voluntad política para enfrentar los
grupos de interés particulares (Lefeber, 2008) afectan el bienestar de la
colectividad. Lefeber reconoce la importancia de ambos mercados y de las
políticas de promoción de exportaciones para generar divisas, financiar las
importaciones y cumplir con las obligaciones externas (Lefeber, 2008). Sin
embargo, un mercado libre y desregulado, las exportaciones a ultranza y la
inversión extranjera per se, no
garantizan un desarrollo democrático, ni beneficios automáticos para los
pobres, ni la reducción de desigualdades sociales y económicas existentes
(Lefeber, 2008). Al respecto, según los indicadores sobre desarrollo de banco
mundial en 1997, la tasa de crecimiento anual de la agricultura fue del 4,4%
entre 1980 y 1990, y del 2,5% entre 1990 y 1995, con un índice de desigualdad
de 46,6% en 1994, y una participación en el consumo del 10% más bajo de la población
de apenas el 2,3% y del quintil más bajo del 5,4% del total nacional (Banco
Mundial, 1997, tabla 5. En Lefeber, 2008).
CONCLUSIONES
En primer lugar,
con la reducción de las tasas arancelarias desde el antiguo GATT y luego con la
actual OMC es indudable que hubo un crecimiento notable del comercio exterior,
pero no es un crecimiento equilibrado entre países miembros, ya que tiende a
privilegiar las economías centrales (incremento del comercio norte-norte) y
perjudicar al pequeño productor agrícola de los países pobres, quienes no
tienen acceso a los mercados internacionales ni pueden competir con las
empresas transnacionales. Tampoco la OMC ha contribuido a reducir las
desigualdades “dentro” de los países, incluyendo al mundo desarrollado, aunque
son los países de renta media, incluso los países emergentes, quienes
“concentrarán en 2030 la mayoría de los pobres” (Olivié y Domínguez, 2013: 15)
y, consecuentemente, “necesitan crecer más deprisa para reducir su pobreza”
(Olivié y Domínguez, 2013: 17).
En segundo lugar, coincidimos
con Grinspun en las asimetrías de poder y desigualdades y manipulaciones que
inciden en la toma de decisiones al interior de la OMC, además de lasprácticas
perversas como la ya conocida “Sala Verde” (Dorn, 2010). Es también notorio el
uso de otros instrumentos de presión y negociación que utilizan los Estados
Unidos, como los Tratados Bilaterales de Inversiones, y la misma Acta de Comercio de 1974
para evitar que los países pobres o emergentes apliquen legalmente la normativa
vigente (licencias obligatorias, por ejemplo) en función de sus propios
intereses (Dorn, 2010).
En tercer lugar,
con el sistema de solución de controversias, a pesar de la bien diseñada
ingeniería institucional y procedimental, los conflictos se prolongan por años
y las pérdidas y costos procesales y costos de oportunidad para los paísesmás
pobres no necesariamente se cubren con los daños reclamados por el demandante,
si es que obtiene fallo a su favor.
En cuarto lugar, los
subsidios al sector agrícola expresamente prohibidos por el régimen
internacional, se siguen otorgando en Europa y Estados Unidos por el enorme
costo político en que se incurre en caso de eliminarlos, por tanto, se continua
subsidiando y distorsionando las reglas del juego en el mercado internacional y
perjudicando a los campesinos y pequeños agricultores de los países menos
desarrollados en beneficio de grandes terratenientes y producción agrícola a
gran escala.
En quinto lugar, el
acuerdo conocido por sus siglas en inglés TRIPS (Trade Related Aspects of
Intellectual Property Rights) forma parte de los acuerdos de la OMC y
corresponde exclusivamente a los regímenes del saber occidental, por tanto, es
una protección privada e individual a la propiedad intelectual a favor de las
grandes empresas transnacionales y terratenientes, en oposición a los intereses
de las mayorías pobres del sur, especialmente indígenas y campesinos (que
tienen que pagar regalías por el uso de semillas mejoradas y otros insumos
“protegidos” por los TRIPS), pues dicho acuerdo permite la apropiación del
conocimiento de los otros, favorece intereses comerciales de las empresas
transnacionales (Dorn, 2010) y contribuye al aumento de las desigualdades que
caracteriza al actual proceso globalizador. A pesar de la oposición de muchos
países para incorporar los temas de propiedad intelectual como temas de comercio,
la eficacidad instrumental de la organización predominó sobre la finalidad
original del régimen de comercio.
En sexto lugar,en
un sistema internacional anárquico, donde la OMC se encuentra sometida al poder
de los estados más ricos y empresas transnacionales poderosas, en ausencia de
un comportamiento cooperativo de los miembros, solo las alianzas entre los países
perjudicados ha podido equilibrar la balanza de poder, de ahí el estancamiento
prolongado de la Ronda de Doha debido al grupo de los veinte, que se opone a
las presiones de Estados Unidos, Europa y Japón.
Finalmente,
concuerdo con Lefeber (2008) en la necesidad de cambiar las actitudes de las
clases dominantes, de altos funcionarios, terratenientes y empresarios,
organizar a pequeños productores agrícolas e instituir controles para combatir
la corrupción y la mala administración de los estados en América Latina, con
miras a una contribución eficiente y conveniente para la organización económica
y social de los países. Esta sería una condición indispensable para que los
estados representen y defiendan el interés común al interior de la OMC y
democraticen al régimen internacional, tal como lo recomienda Stiglitz (2006).
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