ESTUDIOS
DE
ECONOMÍA POLÍTICA
EMPRESARIOS Y ESTADO. ACOPLAMIENTO O DISONANCIAS: UN ANÁLISIS DE LOS
PERIODOS DE LOS PRESIDENTES LEÓN FEBRES CORDERO (1984-1988) Y SIXTO DURANBALLÉN (1992-1996) Y
COMENTARIOS SOBRE EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE RAFAEL CORREA
Por:
Harry Martín Dorn Holmann
Mayo,
2016
INTRODUCCIONY
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
La segunda mitad del siglo XX
concentra la atención de los gobiernos latinoamericanos en la problemática del
crecimiento y desarrollo. Ya sea bajo regímenes democráticos o gobiernos de
facto, Latinoamérica enfila sus recursos teóricos, institucionales y materiales
hacia la crecimiento economico, la redistribución de la riqueza, la eliminación
de la pobreza e integración de los sectores productivos hacia la muy ansiada
situación de bienestar.
Los gobiernos realizan esfuerzos y
grandes inversiones para el desarrollo institucional (la creación de bancos de
fomento, fondos nacionales de preinversión, institutos nacionales para el
fomento de la producción, ministerios o direcciones de planificación a nivel
nacional y sectorial, oficinas técnicas de proyectos), créditos blandos para el
crecimiento y comercialización de la producción nacional (bonos de fomento,
bonos de desarrollo, operaciones suigéneris, fondo para la promoción de
exportaciones, aceptaciones bancarias), incentivos fiscales para la producción
(reducción de derechos arancelarios para la importación de bienes de capital,
certificados de abono tributarios para las exportaciones), y, finalmente,
nuevas normativas para la prestación de servicios públicos por parte de la
empresa privada (Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación
de Servicios Públicos por parte de la Iniciativa privada, promulgada en el
Registro Oficial No. 349 de diciembre 31 de 1993).
Ecuador no fue una excepción, y bajo
el auge bananero, petrolero, camaronero o florícola, los distintos gobiernos
formularon planes de desarrollo, estrategias y políticas orientadas al fomento
de la producción y redistribución de la riqueza mediante incentivos fiscales,
crediticios, tributarios de exportación, financieros, tecnológicos y
consolidación de procesos de integración, entre otros, destinando ingentes
recursos hacia los sectores empresariales (especialmente provenientes de la
explotación de petróleo y del endeudamiento externo), sin alcanzar el tan ansiado
y costoso desarrollo economico y social.
En
Ecuador, la dirección y control de tales procesos por parte de los distintos
gobiernos se reveló insuficiente e ineficiente, a pesar de las inversiones,
trabajo, y esfuerzo de tantos años. Los grupos empresariales, receptores y
beneficiados con ingentes recursos, no respondieron con la inversión,
crecimiento sostenido de la producción y generación de empleos para la
población. En el plano de la planificación estratégica, el acoplamiento de los
objetivos de gobierno y los objetivos empresariales (conditio sine qua non para el crecimiento y redistribución de la
producción) no se dio en el caso ecuatoriano. De acuerdo con nuestra
investigación, el necesario alineamiento del sector público y sector empresarial
para alcanzar los objetivos del desarrollo nunca se logró durante los últimos
veinte años del siglo XX, ya que, la
cultura y actitud empresarial dominante y la ausencia de acoplamiento
estratégico entre objetivos gubernamentales para el desarrollo y objetivos
empresariales impide un uso eficiente de las políticas e incentivos
gubernamentales para lograr un impacto real en el crecimiento y redistribución
de la producción, mejorar la calidad de
vida de la población y alcanzar una situación de bienestar.Ésta vendría a
ser nuestra hipótesis de investigación y explicación tentativa del problema ya
enunciado.
Contrario a las aspiraciones y
objetivos de los gobiernos, a pesar del desarrollo de las instituciones
públicas, de la proliferación de organismos públicos especializados, de la
formulación de incentivos crediticios y cambiarios para el crecimiento y comercialización de la producción nacional por parte de los
distintos gobiernos, Ecuador ingresa en un periodo de crisis generalizada a
inicios de la década de los años ochenta (de los sectores financiero,
industrial, agrícola, comercial, de comercio exterior y fiscal) que se
prolongará hasta finales del siglo XX, enfrentando serios problemas sociales,
deterioro de las condiciones de vida, pobreza que afecta a la mayor parte de la
población, desigualdades sociales, problemas y abandono de los sectores de la
educación y la salud (Naranjo Chiriboga, 2007), todo esto agravado por una
compleja crisis de gobernabilidad ( Mejía Acosta, 2002, 2009; Burbano de Lara,
2003; Pachano, 2007; Andrade; 2009). “Ecuador es el vivo ejemplo de las famosas
dos décadas perdidas de la región, ya que en el año 2000 el PIB per cápita real de los ecuatorianos era
exactamente el mismo que el de 20 años atrás” (Ocampo, 2011: 219).
Los
modelos formulados desde el retorno al régimen democrático fueron diversos,
desde el modelo desarrollista nacionalista de los gobiernos militares, el
modelo de desarrollo integrado humanitario del binomio Roldós-Hurtado (con
crecimiento economico dirigido, impulso al crecimiento economico interno,
reforma agraria como sustento del desarrollo rural, industrialización y
expansión del mercado interno), el modelo neoliberal de León Febres Cordero,
hasta el modelo modernizador de Sixto Durán Ballén, sin lograr, en medio de las
crisis económicas, políticas y sociales,
los objetivos y metas planteadas desde la institucionalidad política.
Por el contrario, y a pesar del crecimiento economico generado en ciertos
periodos, se agudiza más bien la concentración de la propiedad, se acelera la
concentración de la riqueza en manos de las elites tradicionales y grandes
grupos económicos (Andrade, 2005; Montúfar, 2011), se incrementan la fuga de
capitales y divisas al exterior, se drenan los recursos estatales hacia fines
no productivos, acompañado todo esto por crisis profundas durante la década de
los ochenta y fines del siglo XX (Andrade, 2009; Naranjo Chiriboga, 2007).
Con una inflación cercana al 30%
mensual, una moneda nacional en caída libre, y atrasos en los pagos a los
acreedores y tenedores de bonos a nivel internacional, se agrupaban las
condiciones optimas para una dolarización de facto de la economía nacional
(Beckerman y Solimano, 2003), la pérdida de confianza en el país, y la
contracción de la economía y agudización del drama social por la emigración
masiva de ciudadanos ecuatorianos hacia Estados Unidos y países europeos. Es
bajo este contexto y como último recurso que el Ecuador adopta el dólar
estadounidense como su moneda nacional durante el mes de enero del año 2000,
como un experimento audaz y acción desesperada ante el rotundo fracaso de los
modelos neoliberales y de modernización y de las fracasadas alianzas
Estado-empresarios con miras al desarrollo economico y social del país.
Con
la dolarización, se adoptaba una camisa de fuerza que impidiera el excesivo
gasto público, la emisión de moneda inorgánica y las devaluaciones permanentes
de la moneda nacional, con altísimos índices de inflación y deterioro de las
condiciones de vida de la población.
En definitiva, contrario a la tan
esperada generación de riqueza y situación de bienestar, los gobiernos
socializaron al extremo el costo de las crisis mediante la sucretización de la
deuda externa en la década de los ochenta y la dolarización de la economía a
fines del siglo XX, logrando exactamente lo contrario del pretendido
desarrollo, a costo de la depredación de los recursos públicos y una deuda
externa mayor a trece mil millones de sucres en el año 2000, cuatro veces mayor
con relación al año 1979 (Ayala Mora, 2012: 140-141).
De
acuerdo con las investigaciones realizadas, al igual que las empresas, de
manera expresa o informal, acoplan sus objetivos con sus recursos y capacidades
internas y oportunidades y retos que representa el entorno (el Estado, los
mercados, la competencia nacional e internacional), también los gobiernos, de
forma similar, acoplan sus objetivos y metas (desarrollo) con sus recursos y
capacidades internas (recursos institucionales, recursos financieros, procesos
de gestión y liderazgo, etc) y expectativas del entorno (empresarios, mercados,
partidos políticos, grupos de presión, cámaras de la producción, sistema
internacional). En este contexto, acoplar los esfuerzos de ambos actores
(gobierno y empresarios) en la misma dirección, es decir, hacer coincidir
objetivos gubernamentales con objetivos empresariales, es indispensable para
que la inversión y el trabajo se concreten en crecimiento económico,
redistribución del valor agregado e impulso al proceso de desarrollo económico
y social. De lo contrario, surgen y se perennizan comportamientos empresariales
totalmente alejados de los fines del desarrollo, tal es el caso del rentismo,
la depredación de recursos del Estado, concentración del ingreso y la riqueza
nacional, sobredimensionamiento de la burocracia estatal y entronamiento del
“Circulo Vicioso de la Burocracia” (Crozier, 1963; 1974).
Lamentablemente,
tal acoplamiento no se produjo a fines del siglo XX y se cuestionan los
resultados de la gestión a inicios del siglo XXI.
Ante tales resultados y evidencias
históricas, nuestra investigación aspira a encontrar una explicación y adoptar
una posición crítica, bajo una perspectiva institucionalista, complementada con
un enfoque sistémico organizacional sustentado en la teoría de la contingencia
integrativa (Kagono, Nonaka, Sakakibara y Okumura: 1994), con el fin de
desentrañar el fracaso de las políticas e incentivos gubernamentales en
términos de desarrollo y explicar la respuesta desfavorable de los grupos
empresariales a tales incentivos. Tal
como queda demostrado en trabajos de investigación sobre la materia (Montufar,
2011), no obstante la cantidad de recursos e incentivos proporcionados por los
distintos gobiernos durante los últimos veinte años del siglo XX y las
proclamas de los mismos grupos empresariales, no se modernizaron las
estructuras productivas, no se lograron alianzas estratégicas corporativas con
fines de integración industrial, no se incrementó la productividad y
competitividad internacional, no se dieron los incrementos esperados en la
producción, no se generaron procesos redistributivos y, por el contrario, se reconstruyen patrones autoritarios,
particularistas y semicorporativos de gobierno en beneficio de grupos
económicos específicos (Montúfar, 2011).
Paradójicamente, ante semejante
despliegue de recursos públicos, en medio de la crisis social generalizada, son
los grupos económicos quienes se benefician de la riqueza y recursos públicos,
fenómeno ampliamente estudiado por Thomas Piketty, quien afirma:
Al final, en todos
los países ricos, el desahorro público y la resultante disminución de la
riqueza pública representan una parte significativa del incremento de la
riqueza privada (entre la décima y la cuarta parte según los países) (Piketty, 2014:
204)
Y posteriormente agrega:
Es importante
indicar que los movimientos de transferencia de riqueza del sector público al
privado no solo se dieron en los países ricos desde los años setenta; más bien
fue una evolución general que se observa en todos los continentes (Piketty, 2014:
205).
En el caso especifico de Ecuador,
Pablo Andrade Andrade manifiesta:
En Ecuador, la
democracia liberal no ha logrado crear los medios políticos necesarios para
corregir la concentración de riqueza prevaleciente, ni tampoco las relaciones
de poder, basadas en la desigualdad que históricamente han caracterizado a la
sociedad ecuatoriana. El desempeño del país en las dos últimas décadas del
siglo XX fue pobre en términos del crecimiento economico, de la distribución de
la riqueza, y del acceso sostenido de la mayor parte de la población a
servicios de salud y educativos; tendencias que continúan en la presente década
(Andrade,
2009: 7).
De
los estudios y análisis realizados, nuestra investigación nos permite afirmar de manera preliminar que, en primer
lugar, bajo evidencias y parámetros objetivos concretos, el desarrollo
institucional, la meritocracia y capacitación del funcionario público, la
gestión de políticas públicas y canalización de recursos financieros, jurídicos
(consagración de los derechos y libertades ciudadanas), fiscales y cambiarios,
en beneficio de los sectores empresariales, constituyen condicionamientos
favorables muy importantes pero no suficientes para lograr lo que algunos
autores califican como calidad de vida “mediante una relativa abundancia”
(North y Thomas, 1978: 5) en el marco de una organización económica eficaz
(North y Thomas, 1978).
Nuestra
investigación detecta, en segundo lugar, que la no coincidencia gobierno-empresarios
en sus visiones y objetivos estratégicos, y que la ausencia de acoplamiento
estratégico de los sectores empresariales a los objetivos del desarrollo,
constituye más bien conditio sine qua non
para el uso ineficiente de recursos e incentivos provenientes del sector
publico en función del desarrollo, lo cual se manifiesta en la falta de un
crecimiento sostenido de la producción y redistribución del ingreso nacional
con miras a una mejor calidad de vida, que fue el caso de Ecuador durante los últimos
veinte años del siglo XX.
Consideraciones y orientaciones
teóricas sobre nuestra hipótesis, pregunta y objetivos de la investigación
En función del alcance de nuestro
estudio eminentemente explicativo, nuestro trabajo se enfoca en situaciones
reales (nuestro trabajo se concentra en los periodos presidenciales de León
Febres Cordero, 1984-1988, y Sixto Durán Ballén, 1992-1996), relaciona
variables observables y medibles,
(crediticias, cambiarias, producción, ingreso) y se sustenta en la
experiencia de diversos autores (Montúfar, Andrade, Ayala Mora, Naranjo
Chiriboga, entre otros), revisión de la literatura y la recolección y análisis
de datos provenientes de distintos estudios.
En
cuanto al acoplamiento estratégico ya mencionado, lo definimos como la convergencia, complementación o similitud
entre objetivos gubernamentales y empresariales formulados y acoplados al
entorno y características internas de cada uno, y la cultura empresarial como
un sistema de significados compartidos por el gremio empresarial, cuyas
valoraciones claves o características claves se refieren a: capacidad y
aceptación de la innovación, del riesgo y superación de los retos y obstáculos,
de los objetivos y prioridades empresariales (retorno de la inversión, incremento
de la participación en el mercado, eficiencia en las actividades logísticas,
tasa de nuevos productos, calidad de las condiciones de trabajo, generación de
puestos de trabajo, relación capital/deuda) del crecimiento del negocio
(búsqueda de oportunidades e iniciativas ó mantenimiento del status quo), de
las alianzas estratégicas (redes de apoyo en investigación, calidad total,
economías de escala), del progreso y bienestar de la comunidad (generación de
empleos, pago de impuestos, productos y servicios de calidad, capacitación del
personal, meritocracia) y de los sistemas de gestión (planificación, metas,
cumplimiento, persistencia, eficiencia, calidad).
Bajo
estas perspectivas, las preguntas de orientación de nuestro trabajo plantean: ¿Hubo
acoplamiento o disonancias entre los objetivos gubernamentales para el
desarrollo y los objetivos del sector empresarial? ¿Bajo qué visión particular
y objetivos del desarrollo se han formulado las políticas e incentivos
crediticios y cambiarios durante los gobiernos de los presidentes León Febres
Cordero y Sixto Duran Ballén? ¿Cuál fue la respuesta del sector empresarial
ante esos incentivos gubernamentales y bajo qué visión particular o cultura
empresarial se accedió a ellos durante los gobiernos de los presidentes León
Febres Cordero y Sixto Duran Ballén?
Será necesario entonces, de forma prioritaria, determinar
las disonancias (o ausencia de acoplamiento) entre los objetivos del desarrollo
de los gobiernos de los presidentes León Febres Cordero y
Sixto Duran Ballén en función de la
cultura, las estrategias y objetivos empresariales durante sus mandatos.
Al respecto, también será necesario evidenciar la
falta de controles y de evaluación de impacto de las políticas e incentivos en
el ámbito crediticio y cambiario en función de los objetivos y metas del desarrollo
durante ambos gobiernos y explicar las respuestas empresariales y disonancias
detectadas con los objetivos de ambos gobiernos sobre la base de una cultura
empresarial rentista y depredadora de los recursos públicos.
ANTECEDENTES
Desde nuestra posición y enfoque
teórico, el institucionalismo hasta en sus versiones más recientes con fines de
análisis y/o promoción del desarrollo, adopta un enfoque instrumentalista y
unidireccional (gobierno Vs. Empresarios), bajo una concepción mecanicista de
estímulo-respuesta donde los empresarios responden (o deberían responder) de
manera automática a los términos y condiciones de las políticas e incentivos de
gobierno.
El
instrumental organizacional, tanto las estructuras como los procesos son
necesarios para la formulación y ejecución de políticas, pero, el
instrumentalismo per secae en aquello
que Nietzsche denomina una necesidad de efecto (Nietzsche, 2014: 27),
cuando “el que quiere cree, con un alto grado de certeza, que, en cierto modo,
la voluntad y la acción son una sola cosa; atribuye el buen resultado, la
ejecución de la volición, a la voluntad misma” (Nietzsche, 2014: 27), y agrega,
“<<Libertad de la voluntad>>, es la expresión que se usa para
designar ese complejo estado placentero del que quiere, el cual manda y a la
vez se identifica con el que ejecuta” (Nietzsche, 2014: 27), en otras palabras,
aplicado al caso que nos ocupa, para el enfoque institucionalista, la magia del
instrumento y su acción derivada ( principios organizacionales, control de
gestión, meritocracia, sistemas de reclutamiento y promoción, capacitación y
desarrollo del funcionario público, gestión integral de políticas públicas,
etc) es una garantía de respuesta “de las <<serviciales>> voluntades
o almas subalternas” (Nietzsche, 2014:28), es decir, “el efecto soy yo”
(Nietzsche, 2014: 28).
Contrasta esta afirmación con la
tesis del profesor Ha-Joon Chang cuando se refiere a los niveles de
intervención del Estado y sobre los nuevos esquemas y acuerdos necesarios para
lograr niveles deseados de desarrollo industrial: “La propuesta de estos
ensayos es que el Estado debe intervenir en coordinación con el mercado, las
empresas y otras instituciones económicas, con el fin de resolver los problemas
de información a menor costo y con mejores niveles de eficiencia” (Chang, 1996:
8). Es decir, según agrega el propio profesor Chang, el reto del Estado
consiste en ofrecer una “visión” (entre comillas en el original) que logre una
identificación entre los intereses del Estado con el bienestar público a largo
plazo, que oriente sobre la trayectoria de la economía a largo plazo y fomente
la actividad empresarial y, especialmente, construyendo y proveyendo la
institucionalidad necesaria para el manejo de la incertidumbre y los conflictos
(Chang, 1996).
Desde nuestra perspectiva teórica, el
determinismo instrumental que asignamos al institucionalismo de algunos autores
que mencionaremos más adelante pierde la perspectiva del destino final de toda
acción (me refiero a los objetivos acoplados del gobierno y empresarios en
función del desarrollo, no a los objetivos individuales e independientes que
ambos actores se pudieran plantear) y los obstáculos que esta misma acción
deberá superar en el transcurrir de su ejecución. Esto se comprueba en el campo
de los hechos reales cuando la respuesta “de las <<serviciales>>
voluntades o almas subalternas” (Nietzsche, 2014: 28) no se compadece con la
voluntad del “yo” instrumental. Nuevamente nos referimos a los planteamientos
del profesor Chang quien se refiere al Marco jefe-subordinado: “El marco jefe
subordinado, común a diversas teorías neoliberales, de alcance limitado para la
inspección que realiza el jefe, ocasiona problemas para la creación de
incentivos para los subordinados, quienes ven por sus propios intereses de
manera egoísta” (Chang, 1996: 37). Y concluye que: “Las fallas que ha tenido la
intervención estatal se achacan a la inherente escasez de información (los
austríacos) o a las conductas egoístas de los burócratas (Niskanen, Peacock y
Rowley) y/o a los grupos de interés organizados (búsqueda de utilidades,
esclerosis institucional) (Chang, 1996: 45).
Trasladando lo anterior al campo de
la teoría política, podríamos proponer al igual que Norberto Bobbio que:
La ilusión
jurídico-institucional del siglo pasado consistía en creer que el sistema
político era autosuficiente, y que, por
tanto, disfrutaba de una cierta independencia frente al sistema social global,
o incluso que fuera él mismo el sistema dominante y que, por tanto, bastaba con
buscar remedios aptos para controlar el sistema político, para poder controlar
el sistema de poder de toda la sociedad. Hoy en día, por el contrario, cada vez
nos damos más cuenta de que el sistema político es un subsistema del sistema
global y que el control del primero no implica necesariamente el control del
segundo
(Bobbio, 2014: 283).
Es decir, en concordancia con nuestra
hipótesis de investigación, no se trata, exclusivamente, de dirigir o controlar
al sector empresarial mediante políticas incentivos y controles burocráticos,
sino de “acoplar” los objetivos y metas gubernamentales con los objetivos
estratégicos del sector empresarial. Con otras palabras, la voluntad
instrumental debe acoplarse con la voluntad empresarial, expresadas ambas en
términos de objetivos para el crecimiento y distribución de la producción.
Es así que, contrario a nuestro
enfoque estratégico integrativo, los problemas y planteamientos abordados desde
el enfoque institucionalista por distintos autores que fueron estudiados en el
marco de nuestra investigación, se concentran en temas puntuales como:
1. Las
estructuras organizativas (Evans, 2007: 189).
2. La
elección racional (Grindle, 2002).
3. Los
postulados de Barrington Moore (1969) acerca del poder, la burocracia y los
cambios institucionales, las alternativas para la acción y los
condicionamientos históricos.
4. Sobre
los estímulos y restricciones institucionales propias de cada país en cada
época determinada (Putman, 1993; 2000).
5. Sobre
la compleja interacción (las cursivas
son mías) de los distintos elementos articulados alrededor de los procesos
históricos del desarrollo de cada país (Acemoglu y Robinson, 2012).
6. La
organización económica eficaz como fuente primaria del desarrollo con un marco
institucional y estructura de la propiedad que promueva el esfuerzo económico
individual (Douglass C. North y Robert Paul Thomas, 1978).
7. Los
planteamientos de Whitehead (2006), Boyd (2006) y Chang, (2003), para quienes, además
de instituciones y políticas adecuadas, la respuesta favorable a los problemas
del desarrollo y demandas sociales surgen del contexto o matriz sociopolítica
dominante en cada país, de cuya interacción global dependen los resultados de
las políticas de Estado y la implementación de los modelos de desarrollo.
8. Sobre los sistemas de control de calidad total
(Ishikawa, 1995).
9. Sobre
la intervención estatal, la formulación de políticas proteccionistas en materia
de créditos, subsidios, aranceles, tributos, y asignación de recursos hacia
actividades estratégicas para controlar y evaluar el buen uso de los capitales,
promover el pleno empleo y aplicar políticas presupuestarias contracíclicas
para evitar contracciones económicas (Chang, 2003; 1996).
10. Sobre
la integración sectorial de la producción, la redistribución del ingreso y la
concentración de la riqueza nacional (Liisa North: 1985).
11. La
formación y capacitación del funcionario público y la meritocracia (Evans, 2007).
Sin embargo, ninguno de estos autores
aborda ni profundiza sobre la necesaria e indispensable compaginación,
articulación, acoplamiento o alineamiento estratégico que debe existir sobre la
visión y objetivos del desarrollo entre sectores empresariales y gobierno, bajo el enfoque estratégico integrativo.
En términos organizacionales, la
implementación racional de principios de organización (división del trabajo,
unidad de mando, líneas de autoridad o principio escalar o jerárquico, tramos
de control, principio de excepción, centralización y descentralización, entre
otros) no es garantía de eficiencia sin la primacía de objetivos definidos y
concretos de la organización, así como la estructura organizacional (a la que
se refieren múltiples autores como Evans, Moore, North y Thomas), en sus
distintas modalidades, tampoco es garantía de un eficiente proceso de gestión.
De igual manera, un proceso de gestión sin control (sobre el cual insisten de
forma reiterada y pertinentes algunos autores como Chang,) no es un proceso de
gestión, ni mucho menos un sistema integrado de gestión que garantice la
elección racional a la que se refiere Grindle.
Simplificando y avanzando en nuestra
critica a los distintos planteamientos, nada impide tampoco conducir en forma
eficiente los asuntos públicos y empresariales en función de sus objetivos y
metas individuales, y en ello, coincidimos plenamente con la necesidad de
sistematizar y racionalizar las estructuras organizacionales y sistemas de control
de gestión tal como lo plantea el profesor Chang (1996), pero, en función de
los objetivos acoplados alineados y
consensuados del desarrollo si se pretende alcanzar el desarrollo. De lo
contrario, se produce el uso y usufructo de los abundantes recursos públicos,
tal como sucedió durante décadas por parte de los grupos empresariales en
función de su propio crecimiento y proceso de acumulación de riqueza, en
detrimento del bienestar general, generando más bien procesos de crisis durante
los últimos veinte años del siglo XX, e inicio del siglo XXI.
En nuestra propuesta, más allá de los
postulados de North y Thomas y su concepción sobre la “organización económica
eficaz” (North y Thomas, 1978: 5) y de los múltiples planteamientos
institucionalistas, nuestro enfoque teórico reconoce la importancia de
variables como la fortaleza y autonomía estatales, la meritocracia en el sector
público, la formulación e implementación de políticas públicas adecuadas y el
control estatal sobre el destino y cumplimiento de los distintos incentivos e
impulsores ofrecidos y entregados a los sectores productivos como medio de
garantizar la convergencia Estado-empresas en la búsqueda del desarrollo, pero,
sin desconocer o ignorar o marginar la
capacidad y autonomía de los sectores empresariales para acoplar sus
estrategias de acuerdo a los obstáculos y oportunidades del entorno (incluyendo
todos aquellos estímulos estatales para el desarrollo) con sus
objetivos(reales, no aparentes) y capacidades estructurales internas, más
aun, cuando la riqueza privada en algunos países a principios de la década del
2010 supera el 90% de la riqueza nacional (Piketty, 2014), y Ecuador se
caracteriza también por una alta concentración de la riqueza (Andrade, 2009;
Larrea, 2006, 2012).
North
y Thomas, por ejemplo, proporcionan una visión mecanicista de respuestas
condicionadas por impulsores provenientes de la institucionalidad, sin tomar en
cuenta las perspectivas empresariales en términos estratégicos y su capacidad
de gestión, es decir, el propio concepto del negocio, la visión acerca de la
dirección del mismo y los objetivos y metas que se plantea el sector
productivo, que no son necesariamente coincidentes con aquellos de los
organismos estatales, además de las capacidades y apalancamientos que se
requieren para formular e implementar una estrategia, muchas veces no tomadas
en consideración por los distintos modelos de gobierno ni por el enfoque
institucionalista.
Complementando los enfoques
institucionalistas, de acuerdo a la teoría de la contingencia integrativa de la
organización, estudiar, analizar y comprender el comportamiento empresarial
requiere de un enfoque teórico integral que incorpore lo que los investigadores
(Burns y Stalker, 1961; Woodward, 1965; Perrrow, 1967; Thompson, 1967)
denominan variedad ambiental y variedad
organizacional. De ahí que, un análisis enfocado únicamente desde el entorno o desde el Estado, excluiría
importantes aspectos vinculados al contexto y características internas de las organizaciones empresariales, y
por tanto, de sus percepciones, de sus objetivos, de sus capacidades, de sus fortalezas
y palancas para responder a los incentivos provenientes desde la
institucionalidad económica. Forman parte del
contexto los objetivos, la estrategia y tecnología planteados y
disponibles en una organización, y, como características
internas, la estructura organizacional, las predisposiciones personales
de los miembros, la cultura organizacional, el liderazgo y el proceso de toma
de decisiones (Kagono, Nonaka, Sakakibara y Okumura: 1994), elementos de
análisis que no están presentes en los planteamientos de North y Thomas y otros
autores.
ENFOQUE
TEÓRICO PROPUESTO
Desde nuestra perspectiva, nuestra hipótesis,
nuestras preguntas de investigación y objetivo de nuestro trabajo, la
organización económica eficaz a la que se refieren North y Thomas (1978) se
debe complementar con una actividad estatal (políticas, controles y estímulos
diversos) y de orientación empresarial (estrategia integrativa, de “visión”
como lo sugiere el profesor Chang) que responda de forma positiva a los
incentivos del crecimiento y, generando y redistribuyendo valor agregado con
fines de desarrollo. Equilibrar múltiples requerimientos, de crecimiento, de
rentabilidad y equidad distributiva o democracia económica, requiere compaginar
objetivos empresariales con capacidades y objetivos estatales para el desarrollo:
La relación entre
política económica y la gobernabilidad es recíproca y se manifiesta en dos
dimensiones: por una parte, las características de una política económica
determinada en cuanto a efectividad y a exigencias de cambio en el orden
económico establecido y, por otra, la capacidad de gobierno del Estado para
llevar a cabo esa política económica de modo que se ciña en la máxima medida
posible a la estrategia y al diseño de la misma. Es obvio que estas dos dimensiones
interactúan y no es posible estudiar la posibilidad de gobernar con una
política determinada sin tomar en cuenta estas dos caras de la medalla: la
aplicabilidad y efectividad de un conjunto de medidas económicas va a depender
no solo de las características técnicas y políticas de éste, sino de la
capacidad del Estado para gobernar, es decir, de dirigir e influir sobre la
sociedad para la realización de esa política económica, en el tiempo en que
ella debe ejecutarse(Salgado,
1996: 164).
Salgado es claro cuándo va mucho
más allá de la capacidad técnica para formular políticas e insiste en la
capacidad para gobernar, dirigir e influir sobre la sociedad, mediante el
acople estratégico Estado-empresarios, influyendo o estimulando en forma eficaz
a los sectores empresariales en la generación y redistribución de la riqueza
con fines de desarrollo economico y social. Es decir, la capacidad de liderazgo
y la voluntad de ejercerlo es condición necesaria para la orientación hacia el
acoplamiento de objetivos del desarrollo, tanto como la formulación de
políticas e incentivos que estimulen el comportamiento empresarial.
Para comprobar nuestra hipótesis de
investigación, responder la pregunta de investigación y alcanzar los objetivos
propuestos, nuestro modelo teórico complementa el enfoque institucional con la
teoría de la contingencia integrativa y aspectos éticos y de la cultura
empresarial con miras a un análisis
global bidireccional que incorpore incentivos o
impulsores institucionales y las respuestas empresariales derivadas que
se concretan en las estrategias formuladas y comportamientos o reacciones de
estos sectores, para lo cual, insistiremos en el análisis de las siguientes
variables y enfoques de los distintos autores:
1. Se
estudiarán las dinámicas políticas y marco institucional en el Ecuador durante
los periodos estudiados, los modelos gubernamentales para el desarrollo, la gestión de las políticas cambiaria y
crediticia (específicamente), los actores y sus impactos de corto y largo plazo
en materia de desarrollo (Araujo, 1998; Andrade, 2005, 2008; Montúfar, 2011;
Evans, 1995, 2007; Grindle, 2002; Mills, 1991; Whitehead, 2006).
2. La
cultura (de acuerdo con nuestra definición en paginas anteriores), la estrategia
y la participación empresarial en el marco de la teoría estratégica integrativa
y su relativa autonomía decisional versus los estímulos o impulsores estatales
para el desarrollo, de cuya convergencia depende el éxito o fracaso de la
gestión política en materia de crecimiento y desarrollo. De acuerdo con la
teoría, la estrategia o variedad estratégica es una variable condicionada o
variable dependiente de los recursos y estructura de la organización (variables
independientes) y del entorno (variable independiente), es decir, se formula y ejecuta en función de la
variedad ambiental y variedad organizacional y no exclusivamente de la
políticas e incentivos estatales. En
resumen, la teoría de la contingencia integrativa (Kagono, Nonaka,
Sakakibara y Okumura: 1994) analiza las interrelaciones entre el medio ambiente
organizacional, el contexto, y la organización como tal. Es bajo este
enfoque teórico que se puede determinar la lógica de los comportamientos
empresariales versus los estímulos estatales para el desarrollo, los niveles de
convergencia o divergencia entre las partes y los niveles de aceptación o
rechazo por parte de los sectores productivos.
3. Como
resultado de los puntos 1 y 2, proponemos analizar los mecanismos de
redistribución del ingreso de la concentración de la propiedad y la
participación empresarial, así como el origen y consolidación del
comportamiento rentista de los sectores empresariales (Chang, 2003, 1996;
Evans, 2007; Catherine Mary Conaghan; Barrington Moore, 2002; Pipitone, 2001; Boyd,
2006; Kay, 2006; Liisa North, 1985, 2008; y Jhon D. Cameron, 2008, En North,
Liisa, Cameron John D., 2008; Montúfar, 2011).
4. La
actitud o comportamiento de los gobiernos desde un enfoque racionalista tal
como lo define Karl Popper. Esta
actitud o comportamiento ético se opone radicalmente a una actitud
paternalista, elitista, de superior a subordinado que ha predominado en los
gobiernos de turno, y también a la visión rentista de los mismos empresarios,
donde los intereses de grupo y lasindividualidades
se han impuesto en detrimento del bienestar de la comunidad, a pesar de la
enorme cantidad de recursos financieros, esfuerzo y trabajo, que han sido
destinados para la implementación de diversos modelos de gobierno, sin alcanzar
los objetivos del desarrollo.
Cultura
y ética empresarial en un régimen capitalista:
Cuando
hablamos del sistema capitalista o del capitalismo necesariamente viene a
nuestras mentes los argumentos de Max Weber, según quien, en primer lugar,
el capitalismo se caracteriza, entre otras cosas, por su moderación racional, como freno al impulso irracional lucrativo, o
como modo racional de lucro de tipo
capitalista. La ganancia precisamente la define Weber como un resultado de
diferentes actos planificados de prestaciones cuya consecuencia o balance final
será favorable, puesto que excede en valor los medios adquisitivos empleados
originalmente, y por tanto se beneficia la empresa y el empresario. Lo decisivo
es el cálculo realizado, el presupuesto, acción racional que deberá cumplir el
empresario para cada operación económica. Es este cálculo previo, en término de
valor dinerario aportado y valor dinerario obtenido al final, lo que
permite al capitalista obrar racionalmente mediante cálculos exactos y
obtener ganancias. Weber, consciente o no, aborda la génesis de lo que
posteriormente se conoció como la formulación y evaluación de proyectos de
inversión mediante técnicas novedosas y nuevos conceptos acerca del valor
presente del dinero.
Por
otro lado, Weber deja en claro que el capitalismo al que se refiere y no se
conoce en ninguna otra parte más que en occidente, es a la organización
racional-capitalista del trabajo formalmente libre, no especulativa, que
calcula racionalmente las probabilidades de ganancia y no se deja llevar por la
especulación irracional. Esta organización se caracteriza entonces por el
ordenamiento de sus operaciones mediante una contabilidad racional y la
separación jurídica entre el patrimonio industrial y el patrimonio personal, lo
que se conoce hoy en día como principios de contabilidad generalmente
aceptados y el capital social de las
empresas.
En
definitiva, De acuerdo con la
interpretación de Aron (1967), podemos afirmar también que según el mismo Weber
no existe un solo capitalismo sino “capitalismos” (Aron. 1967: 531), pues cada
sociedad capitalista presenta características propias que no encontramos en
otras sociedades del mismo tipo. Pero, en términos generales, Weber define al
capitalismo occidental como un conjunto de empresas cuya finalidad consiste en
maximizar ganancias mediante la organización racional del trabajo y de la
producción. Son las aspiraciones
utilitarias, la disciplina y la racionalidad (burocrática, financiera,
contable, técnica, etc) lo que constituye la característica histórica
fundamental del capitalismo occidental (Aron: 1967).
En
segundo lugar, e insistimos en este segundo aspecto, de acuerdo con nuestros
objetivos e hipótesis de investigación, Weber (2015) plantea en su famosa obra “La ética protestante y el espíritu
del capitalismo”el carácter eminentemente protestante de la propiedad y
empresas capitalistas, así como del alto personal especializado de las modernas
empresas, de acuerdo a las estadísticas. Agrega que los protestantes se
inclinan más por el trabajo en fábricas escalando altos puestos burocráticos y
también como trabajadores de alto rango en la organización de la producción. De
ahí que la confesión reformada resultó excepcionalmente beneficiosa para el
espíritu del capitalismo. Para Weber, es la idea de profesión o Beruf (las
cursivas son mías) en el idioma alemán,
producto de la reforma como impulso que transformó el trabajo en una oración
según Cardona (en Weber, 2015), la que considera que el más noble contenido de
la propia conducta moral consistía en sentir como un deber el cumplimiento de
la tarea profesional en el mundo. Es lo sagrado del trabajo lo que origina ese
especial concepto ético-religioso que diferencia al protestantismo de la ética
católica. Esto no significa que el
capitalismo nace de la reforma, o que sería un producto de la misma, sino más
bien que existen afinidades electivas entre ciertas modalidades de la fe
religiosa y la ética profesional, y hasta qué punto la influencia religiosa
favorece la expansión del espíritu capitalista en el mundo.
La relación causal radica
entonces en la elección de profesión y ulterior destino de la vida profesional
determinado por la educación y una aptitud personal moldeada por la atmósfera
religiosa de la patria y el hogar (Weber, 2015).Según Weber (2015:53) “El empresario moderno siente una determinada e íntima
satisfacción con rasgos de indudable ‘idealismo’, por el gusto y la vanidad de
‘haber proporcionado trabajo a muchas personas’ y de haber contribuido al
‘florecimiento’ de la ciudad nativa, en el doble sentido censatario y comercial
ofrecido por el capitalismo”.
Esta particular concepción permanece en los enfoques
teóricos de actualidad, es el caso de la Cooperación Técnica Alemana (Araque
Jaramillo, 2009), quienes se refieren a las características de eficiencia,
calidad, persistencia, cumplimiento, información, metas, planificación, redes
de apoyo (incluyendo aquellos incentivos y formas de cooperación por parte del
Estado) y autoconfianza, entre otras, como características básicas y factores
claves para describir el perfil empresarial personal del emprendedor.
En
tercer lugar, refiriéndonos ya específicamente al caso ecuatoriano, y de acuerdo con los argumentos expuestos, la
organización económica debe complementarse con políticas estatales (políticas,
controles y estímulos diversos) y políticas empresariales (de acuerdo al
enfoque de la estrategia integrativa) que fomenten acciones estratégicas
equilibrando requerimientos de rentabilidad, equidad distributiva o democracia
económica, compaginando objetivos empresariales con objetivos estatales del
desarrollo, lo cual implica, automáticamente, otra lógica de intervención
estatal compaginada o acoplada a la planificación estratégica empresarial, la
cual es, lamentablemente, de aplicación incipiente en el sector empresarial
ecuatoriano.
En efecto, el desconocimiento o falta
de aplicación de la planificación estratégica es una característica que se
sustenta en los estudios realizados a nivel de Ecuador (Araque Jaramillo,
2008), donde se evidencia, a pesar de los logros obtenidos y avances
importantes en el conocimiento y uso de los métodos y técnicas, que más del 60%
de las empresas ecuatorianas no realizan o usan la planificación estratégica, y
las que sí lo hacen, la establecen apenas para un año, lo cual es insuficiente,
pues una planificación estratégica, por el alcance de sus definiciones básicas,
por el uso de recursos que impone, y por las decisiones que implica, supera
ampliamente el horizonte temporal anual, que más bien es un periodo típico de la
administración presupuestaria.
Finalmente, hemos insistido en la
ausencia de racionalidad en las
relaciones Estado-empresarios-sectores productivos y sociedad civil en general,
aplicado el concepto, en este caso, a encontrar las vías del desarrollo como
una visión y compromiso consensuado, en el sentido que otorga Popper a dicho
concepto en la búsqueda de la verdad, como una actitud moral, según su
definición del racionalismo:
“El
racionalista, tal como yo uso el termino, es un hombre que trata de llegar a
las decisiones por la argumentación o, en ciertos casos, por el comportamiento
y no por la violencia. Es un hombre que prefiere fracasar en el intento de
convencer a otra persona mediante la argumentación antes que lograr aplastarla
por la fuerza, la intimidación y las amenazas, o hasta por la propaganda
persuasiva”….”Reside más bien en una actitud de toma y daca, en la disposición
no sólo a convencer al otro, sino también a dejarse convencer por él. Lo que
llamó la actitud de razonabilidad puede ser caracterizada mediante una
observación como la siguiente: <Creo que tengo razón; en todo caso,
discutámoslo, pues de esta manera es más probable que nos acerquemos a una
verdadera comprensión que si meramente insistimos en que ambos tenemos
razón>. Se comprenderá que lo que llamo la actitud de razonabilidad o
actitud racionalista presupone cierta dosis de humildad intelectual”….”La
racionalidad como actitud personal es la actitud de disposición a corregir las
propias creencias. En su forma intelectualmente más desarrollada es la
disposición a discutir críticamente las creencias propias y a corregirlas a la luz de las discusiones
críticas con otras personas”….”Podríamos decir entonces, que el racionalismo es
una actitud en que predomina la disposición a escuchar los argumentos críticos
y a aprender de la experiencia. Fundamentalmente consiste en admitir que <yo puedo estar equivocado y tú puedes
tener razón y, con un esfuerzo, podemos acercarnos los dos a la verdad>
(en cursivas en el original)….”En resumen, la actitud racionalista o, como
quizá pudiera llamarse, <la actitud de razonabilidad>, es muy semejante a
la actitud científica, a la creencia de que en la búsqueda de la verdad
necesitamos cooperación y que, con la ayuda del raciocinio, podemos alcanzar,
con el tiempo, algo de objetividad” (Artigas, 2001: 134-136).
ANALISIS DE LOS MODELOS DE GOBIERNO
La democracia ecuatoriana después de más de 30 años de
vigencia ha contribuido con importantes aportes a la sociedad ecuatoriana en
materia de alfabetización, reducción de la mortalidad, incremento en las
expectativas de vida, desarrollo industrial, desarrollo urbano, sobretodo de
sus principales ciudades, incorporación de los movimientos indígenas a la vida
política, y protección a los derechos humanos en un ambiente de tolerancia y
libertad (Hurtado: 2005), pero, veamos lo que opinó el mismo Osvaldo Hurtado,
durante el último año del mandato del presidente Sixto Durán Ballén, acerca de
los logros y resultados de la democracia:
“A pesar de los progresos aportados en el campo
social, (alfabetización, electrificación rural, educación escolar, que
principalmente beneficiaron a los campesinos), en general no ha representado un
mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, como sí lo han conseguido
otras democracias latinoamericanas. La tasa de crecimiento económico apenas ha
superado a la de incremento de la población, una persistente inflación ha depauperado
a los sectores medios y populares, se han deteriorado los servicios de salud,
educación, seguridad social y justicia, la población en situación de pobreza ha
aumentado y han crecido las distancias que separan a los ricos de los pobres (Hurtado, 1996: presentación, 13)”.
Y
posteriormente agrega:
“Pero la democracia, como institución, ha sido
afectada por una fragilidad extrema, particularmente en los últimos diez años,
en los que ha logrado sobrevivir merced a la aceptación, como fait accompli, de abusos de poder,
violaciones constitucionales y rupturas del Estado de Derecho por gobiernos y
congresos, que han importado a pocos ciudadanos” (Hurtado: 2005:7).
Gobierno del presidente León Febres Cordero
León
Febres Cordero recibe el gobierno de manos de Osvaldo Hurtado en 1984,
aproximadamente 12 años después del último velasquismo y comienzo de la dictadura
militar de los años setenta, con exportaciones a la baja, un gasto publico
incrementado, una recesión alentada por los desastres naturales (Ayala Mora,
2012), inflación, devaluación monetaria y medidas que afectaron los ingresos de
las mayorías (Ayala Mora, 2012) y bienestar general. Durante la presidencia de
Jaime Roldós Aguilera y Oswaldo Hurtado entre 1979 y 1984 la cotización
promedio de la compra-venta de dólares subió de 27,55 sucres por dólar a 97,02
sucres por dólar, es decir, un incremento del 352,16 %. y un salto importante
del saldo de la deuda externa que pasa de US$ 3.554 millones de dólares a US$
7.596 millones de dólares (Ayala Mora, 2012), es decir, un incremento del
213,73%.
Ante
la crisis generalizada a inicios de la década de los ochenta, el gobierno del
Dr. Oswaldo Hurtado tramita y logra aprobación de la Ley de Régimen Monetario
(ley conocida como sucretización de la deuda externa) asumiendo el Estado por
esta vía la deuda externa total (incluyendo obviamente la deuda externa
privada), socializando los costos de la crisis y abriendo espacios para la
especulación y ganancias extraordinarias para los grupos económicos más ricos. En
efecto, con la sucretización de la deuda
privada se beneficiaron personas
naturales y jurídicas, entre nacionales y extranjeros, por un monto de
alrededor de 1.600 millones dólares (Flacsoandes. www.flacsoandes.edu.ec. Ingresado el 29.08.2016)
Febres
Cordero y los grupos de derecha organizados en un Frente de Reconstrucción Nacional ganan las elecciones en 1984 iniciando un
gobierno de corte neoliberal que privilegia a banqueros y a los sectores de la
producción, especialmente aquellos orientados a la exportación. En esta misma
línea, su gobierno impulsa la apertura a la inversión externa directa y mejora
los términos y condiciones de la sucretización de la deuda externa que había
realizado Oswaldo Hurtado, pero, en ambos casos, con resultados negativos para
la economía del país y bienestar de los ecuatorianos. Las políticas
neoliberales alentaron la
especulación, elevaron los costos de producción, redujeron la productividad
real de los sectores productivos y se incrementaron los precios y el costo de
la vida.
Al
igual que Velasco Ibarra, Febres Cordero es un líder por encima de la
institucionalidad democrática, más allá de las normas y del derecho cuando se
trata de obtener niveles de gobernabilidad fuera de las prácticas democráticas.
Califica al gobierno de Hurtado de estatista e inicia de inmediato con la
liberalización de los mercados al mejor estilo neoliberal, reduciendo la
intervención y control estatal, eliminando controles de precios, buscando
promover la producción y la productividad, alineado a las reformas
estructurales promovidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) (Hurtado,
2006).En general, como el enfoque adecuado para la superación de la crisis, los créditos y programas financiados
por organismos internacionales (entre ellos obviamente el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial), se caracterizaron por imponer políticas
neoliberales impulsando cambios radicales
en el rol del Estado (algunos investigadores como Cesar Montufar se
referirán a este periodo como de privatización del Estado) y destino de sus recursos e infraestructura
administrativa y de servicios en beneficio del sector privado.
En efecto, la derecha ecuatoriana durante el periodo
presidencial del Ing. Febres Cordero trató de implementar un modelo neoliberal
combinado con las libertades liberales, la eliminación del intervencionismo
estatal y un respaldo total a los empresarios y banqueros, especialmente
aquellos sectores de exportación y generadores de divisas. Sin embargo y a
pesar de la crítica al intervencionismo, el estilo de gestión y manejo
institucional continuó el estadocentrismo tradicional y manejo de los procesos
de modernización y crecimiento de la economía bajo una concepción estatista. Basta con revisar las
políticas crediticias, políticas cambiarias e incentivos a la exportación (el certificado
de abono tributario, Cat, por ejemplo) para detectar la enorme dependencia de
los sectores productivos exportadores al intervencionismo estatal, con
consecuencias antidistributivas confundiendo Estado y élites empresariales, es
decir, fusión de intereses y no consensos y beneficios para la comunidad en
general. En otras palabras, ausencia de la racionalidad
popperiana ya planteada anteriormente, sin consensuar el camino hacia el
desarrollo económico y social.
De acuerdo con César Montúfar (2011: 138, 139,144):
“En suma, las necesidades de grupos de
exportadores, industriales, banqueros, y agricultores fueron traducidos
automáticamente en políticas de estado”….Al tiempo que ciertos intereses
particulares se establecieron como los ‘intereses de la nación’”….”Como
resultado, la democracia ecuatoriana consolidó un Estado débil y privatizado, y una sociedad que funcionaba al
ritmo que le marcaba esa estructura de poder” (las cursivas son mías).
Bajo
estos lineamientos, Febres Cordero se enfrenta desde el primer momento con el
Frente Unido de Trabajadores (FUT) al incrementar el precio de los
combustibles, se inician los conflictos entre el gobierno y el Congreso
nacional y surge un bloqueo político a consecuencia de las medidas acordadas
con el FMI. "Los enfrentamientos alcanzaron tal dimensión que produjeron
bloqueos políticos, que degradaron las instituciones constitucionales y
pusieron en riesgo la supervivencia del sistema democrático" (Hurtado,
2006: 22).
De
ahí en adelante, Febres Cordero hace gala de las más insólitas prácticas
políticas para superar la oposición del congreso, impide por la fuerza la
posesión de la nueva Corte Suprema de Justicia nombrada por el Congreso
(Hurtado, 2002), disuelve las sesiones del Congreso mediante el uso de bombas
lacrimógenas y bombardea el Congreso con diversos proyectos de ley que
congestionan el trabajo de los legisladores y el despacho oportuno de los
mismos (Hurtado, 2002), incluso, impedía la publicación en el Registro
Oficial de los proyectos de ley modificados por el congreso (Hurtado,
2002), como una muestra más de su fuerza y poder por encima de las
instituciones.
Hasta
mayo de 1985 el bloque legislativo del gobierno contaba con tan solo 12
diputados propios, pero León Febres Cordero consigue la mayoría atrayendo
diputados de otros partidos, los cuales abandonan sus propias organizaciones
políticas a cambio de favores y prebendas (Hurtado, 2002). De tal manera que,
imponiendo a veces inconstitucionalmente su voluntad y valiéndose de
prácticas políticas antidemocráticas impuso su voluntad hasta conseguir las
leyes que quiso:
"Mediante la
manipulación de las instituciones, el mal uso de los procedimientos
constitucionales, la ejecución de maniobras políticas de toda índole y el
empleo de la violencia, en suma, con el uso de medios no democráticos, el
presidente Febres Cordero obtuvo los instrumentos jurídicos que necesitaba para
mantener la estabilidad económica alcanzada y transferir indebidamente recursos
públicos a particulares"(Hurtado, 2002: 25).
A
inicios de 1986 se produce la caída de los precios del petróleo de 26 dólares a
menos de la mitad en marzo del mismo año, lo cual no fue oportunamente previsto
por las autoridades económicas (Hurtado, 2002) generando desconfianza entre los
agentes económicos quienes se volcaron a adquirir dólares y enviarlos al
exterior, acelerando así la crisis. Adicionalmente, en marzo de 1987 un
terremoto daña el oleoducto e impide las exportaciones de petróleo durante seis
meses (Ayala Mora, 2012), agravando así la brecha fiscal y brecha del sector
externo.
Contrario
a las medidas de ajuste que prevén las teorías neoliberales en tales casos,
Febres Cordero optó más bien por el cálculo populista en función de sus
necesidades electorales ante la renovación en junio de ese año de la mayor
parte de integrantes del Congreso Nacional, "repartiendo cheques y
ofreciendo obras" (Hurtado, 2002:34) en vez de adoptar medidas impopulares
ante la crisis. Con la continua extracción de recursos (no solo por parte del
gobierno sino también por parte de los grupos empresariales, industriales y
financieros) del Banco Central, del Seguro Social y Banco de Desarrollo, se
agrandó la brecha fiscal, y se provocó una estampida del dólar al igual que
de la inflación (en 1988 la cotización del dólar es de 435,61 como
promedio anual de compra-venta en comparación al año 1984 de 97,02, es decir,
un incremento del 448,98 %).
El
terremoto de marzo de 1987 empeoró aun más la situación económica y política,
con la devaluación del sucre (145 % el último año de gobierno) y una tasa de
inflación que alcanzó niveles del 63% (Hurtado, 2002).A pesar de todas las
medidas adoptadas, las exportaciones se redujeron de US$ 2.620 millones de
dólares en 1984 a US$ 2.193 millones de dólares en 1988 (una reducción del
16,30 %) y las importaciones crecieron de US$ 1.616 millones de dólares en 1984
a US$ 1.713 millones de dólares en 1988 (un crecimiento del 6 %) (Ayala Mora,
2012). El mismo comportamiento negativo se observa en el saldo de la deuda que
se incrementa en US$ 2.154 millones y del servicio de la deuda que se
incrementa en US$ 353 millones durante el mismo período (Ayala Mora, 2012).
Es
indispensable recordar, que para aquella época, el Banco Central constituía la
principal fuente de recursos para el sector financiero, industrial y comercial,
con innumerables líneas especiales de crédito tales como las aceptaciones
bancarias, los fondos para promoción de exportaciones canalizados vía la
Corporación Financiera Nacional, las operaciones suigéneris, los bonos de
fomento, los bonos de desarrollo, y múltiples operaciones de cartera que los
bancos privados redescontaban en el Banco Central, fuera de las operaciones de
cancelación de redescuentos aprobadas por Junta Monetaria con papeles de la
deuda externa (tramos de la deuda externa) aceptados al 100% de su valor. Todo
esto contribuyó al incremento del circulante, presión sobre los niveles de precio
y la devaluación del sucre por la compra y fuga de dólares al exterior, muchas
veces adquiridos con fondos de créditos otorgados por el mismo Banco Central
del Ecuador.
En
1988, con una distribución del ingreso radicalmente concentrada, "el
quintil más rico de la población concentraba el 50.6% del ingreso, y el quintil
más pobre el 3.9%" (Hurtado, 2002: 37), el populismo y caudillismo fiscal
de Febres Cordero y sus pugnas con el congreso no le dieron réditos políticos,
habiendo terminado su mandato en 1988 con el mismo número de
representantes con que se inició en 1984, a pesar del enorme sacrificio fiscal
y social.
Gobierno del presidente Sixto Duran
Ballén
Duran
Ballén gana las elecciones gracias a las divisiones internas en el Partido
Social Cristiano (PSC) y al voto del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE),
fuerte contendor del PSC en la Costa. Respaldado por un partido ad hoc (Sánchez, 2008), Unión
Republicana (PUR), creado por el mismo Duran Ballén y sus políticos aliados con
fines electoralistas, este no tardó mucho en mostrar su extrema fragilidad al
surgir las pugnas internas antes y después de las elecciones (por ejemplo, entre
Roberto Dunn, ministro de Gobierno y Mario Ribadeneira, ministro de Finanzas,
sobre las medidas de ajuste propuestas por el Fondo Monetario Internacional)
(Sánchez, 2008).
Aliado
a un debilitado partido conservador, el PUR llega al poder apenas con un 22.07%
del total de escaños en el legislativo entre todos los miembros de la alianza,
con un ambicioso programa de reformas sin el apoyo legislativo necesario y un
congreso extremadamente fragmentado, con un PSC que cuenta con el 27% de los
escaños y el PRE con el 19.48% (Sánchez, 2008).
Sin
control y cooperación “incondicional” del legislativo desde sus inicios, el PUR
se debilita aun mas con las elecciones legislativas de medio término, cuando la
coalición del ejecutivo pierde el 10% de sus escaños y el PSC alcanza hasta el
33,77% del total de escaños en el Congreso. Bajo tales condiciones, el PSC
refuerza aún más su estrategia de apoyo condicional a cambio de prebendas e
ingentes recursos que fortalecen al partido y sus elites:
“La agenda de
cooperación se marcaba desde el Legislativo y con altos costes para el
gobierno, sobre todo en lo que tiene que ver con la transferencia de recursos
para los gobiernos locales, controlados por los social-cristianos. El mejor
ejemplo de la relación de amor y odio entre el gobierno y el PSC fue el juicio
seguido en el Congreso al Vicepresidente bajo la acusación de malversación de
los fondos reservados, episodio que terminó con la fuga y asilo político del
Vicepresidente en Costa Rica” (Sánchez, 2008:136).
Ante
la imposibilidad de obtener mayoría y procesar demandas en general en el poder
legislativo, el gobierne busca el “alineamiento” de congresistas independientes
o de pertenecientes a pequeños partidos, a cambio de medios y recursos para
ellos y sus provincias (Sánchez, 2008). Según Simón Pachano, se presenta
entonces un modelo de gobernabilidad sistémica, ya que:
[“Sea como fuere, un cuadro de este tipo ha
definido únicamente un modelo de gobernabilidad sistémica, ya que privilegia la
continuidad del régimen político, lo cual lleva a un trato preferencial del
gobierno con actores políticos y sociales que tienen capacidad inmediata de
desestabilización política y/o económica”, sin desarrollar la capacidad de
“recoger, elaborar y agregar (en la acción gubernamental) la demanda de la
sociedad civil, haciéndola valer como criterio de utilidad colectiva”(CLACSO-PNUD-UNICEF)
(Pachano, en Felipe Burbano de Lara, compilador, 2003: 131)].
Y
a continuación agrega:
“Por consiguiente,
ha colocado el problema de la gobernabilidad en el nivel de la capacidad de la
dirigencia política para establecer acuerdos cupulares pero de alta
efectividad. Esto se ha logrado no a través de procesos de legitimación del
quehacer político –como ocurre en sistemas más incluyentes-, sino por medio de
la ya aludida relegación de los problemas fundamentales a espacios considerados
como no políticos”
(Pachano, en Felipe Burbano de Lara, compilador, 2003: 131).
Finalmente, el afán modernizador
y su brazo operativo más importante El Consejo Nacional de Modernización del
Estado (CONAM) no obtuvo los resultados previstos (Araujo, 1998). El gobierno
no llegó a vender ninguna de las empresas estatales claves. La reforma
administrativa quedó al margen de la acción modernizadora y no se lograron los
objetivos de descentralización, desconcentración y desmonopolización de los
servicios públicos. Sin embargo, el gobierno eliminó subsidios, redujo el
número de servidores públicos, aplicó políticas monetarias estabilizadoras,
redujo la inflación, impulsó las concesiones viales, renegoció la deuda
externa, y tuvo que enfrentar con sus consecuencias adversas el ataque peruano
a los destacamentos ecuatorianos en el Rio Cenepa, con actitud firme y búsqueda
de un arreglo pacífico (Ayala Mora, 2012).
Debido
a las políticas implementadas, la
inflación se redujo fuertemente, del 60.2% en 1992 al 25.4% en 1994, el sistema
de bandas cambiarias permitió con bastante éxito el programa macroeconómico
durante los últimos dos años de gobierno y facilitó a la autoridad monetaria
administrar el tipo de cambio y su proyección a futuro (Araujo, 1998). A pesar
de un pobre crecimiento del PIB (salvo 1994 = 4.3%), las exportaciones tienen
el mayor crecimiento visto durante el periodo democrático (Araujo, 1998)<<según
Ayala Mora (2012) estas se incrementan en un 57,10 %>>, impulsadas en
gran parte por una fuerte devaluación del sucre durante el período de gobierno
<<Según Ayala Mora (2012) esta alcanza el 101 %>>, a pesar de ello,
el déficit en cuenta corriente aumenta constantemente por el crecimiento de las
importaciones<<estas se incrementan en un 61,73% (Ayala Mora,
2012)>>. Sin embargo, la Reserva Monetaria Internacional mejora con el
ingreso de capitales, estabilizando las cuentas externas, generando confianza y
facilitando el manejo de la deuda externa (Araujo, 1998).
Lamentablemente,
durante el año 1995, el
desabastecimiento de agua en la central hidroeléctrica de Paute, los
racionamientos de energía eléctrica (más de seis meses), el bajo crecimiento del PIB (1995 = 2.3%), la
quiebra del Banco Continental , la reducción y la contracción del sector
financiero unido a una alta conflictividad política (a más de la patente agresividad del PSC
contra los principales miembros del Ejecutivo), desataron una fuerte crisis política que, ante la fragilidad
y ausencia de apoyo legislativo hacia el gobierno, terminó con denuncias de corrupción, destitución del
vicepresidente Dahik y gran descontento generalizado por las medidas de ajuste
a pesar de los resultados de la estabilización.
CONCLUSIONES
La mayoría de los indicadores de fines
de siglo XX e inicios del siglo XXI en América latina y Ecuador reflejan pobreza,
pobreza extrema en ciertos sectores de la población y desigualdades crecientes.
La publicación de la Friedrich Ebert Stiftung (2013), con el título World Protest 2006-2013, también
califica el periodo como el de mayores protestas durante el siglo XX y lo que
va del siglo XXI debido a la inseguridad, la pobreza y extrema pobreza, el
desempleo, el incremento de las desigualdades y la ausencia de una democracia
plena a nivel mundial, al igual que el informe de OXFAN de 20 de enero de 2014:
“La desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de
los países. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en
manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99%
restante. El Foro Económico Mundial considera que esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la
humanidad. La desigualdad económica extrema y el secuestro de los procesos
democráticos por parte de las élites son demasiado a menudo interdependientes.
La falta de control en las instituciones políticas produce su debilitamiento, y
los gobiernos sirven abrumadoramente a las élites Económicas en detrimento de
la ciudadanía de a pié” (www.oxfam.org/...oxfam.../bp-working-for-few-political-capt-econo...20/1/2014.
Ingresado el 10.02.2014).
Reducida actividad económica, baja
productividad, creciente endeudamiento, mayor empobrecimiento, redistribución
de recursos hacia tenedores de papeles públicos, reactivación de la
dependencia, rentismo, favoritismo con los propietarios ecuatorianos de la
deuda interna y externa,aceleración y concentración de la riqueza en manos de
las elites tradicionales y grandes grupos económicos, fuga de capitales y
divisas al exterior, drenaje de recursos estatales hacia fines no productivos, creciente
interrelación y hasta fusión elitista entre grupos económicos industriales y
comerciales, el sector bancario y el Estado, dependencia y vulnerabilidad de la
economía de las exportaciones petroleras y precio del petróleo, y finalmente,
caída en la trampa del crecimiento económico lento, sería la configuración
general de la economía ecuatoriana a fines del siglo XX e inicios del siglo XXI
(Andrade, 2005; 2009; Montúfar, 2011; Naranjo Chiriboga, 2007) .
A lo largo
de nuestro trabajo, encontramos algunas respuestas a nuestra pregunta de
investigación demostrando que el caudillismo, elitismo, y un fuerte y
autoritario liderazgo político unido a la pugna de poderes y ausencia de
actitudes racionalista (Artigas,
2001) de los actores políticos y empresarios (estos últimos con actitudes
eminentemente rentistas en algunas coyunturas) según la concepción de Popper
(que en los dos casos analizados se presentan en distintas dosis, ya que el
liderazgo de Sixto Duran no es igual al de León Febres Cordero, pero los
arreglos cupulares substituyen la discusión y consensoracional a nivel del espacio político y espacio público, y los
recursos financieros y líneas especiales de crédito fueron mucho más abundantes
y blandas durante la presidencia de León Febres Cordero, con una utilización y
destino totalmente alejadas de los objetivos de crecimiento, distribución y
desarrollo económico) constituyen un detonante que ha desembocado en múltiples
crisis económicas y políticas, provocando colapsos de los sectores financieros
y productivos y hasta sublevaciones militares y secuestro del presidente (el
Presidente León Febres Cordero fue secuestrado en Taura por seguidores del
General Frank Vargas en marzo de 1986), y/o oposición a ultranza (durante el
período presidencial de Sixto Duran
Ballén, por ejemplo),clientelismo exacerbado, traslado y control de la agenda
al legislativo (durante el período presidencial de Sixto Duran), bloqueo y hasta
fracaso de la gestión del gobierno cuando no existe el apoyo y respaldo
legislativo necesario para administrar eficientemente un programa político y
atender los requerimientos de la colectividad, es decir, gobernar en función
del bienestar de la comunidad.
El
acoplamiento de los objetivos estatales y objetivos de los sectores productivos
ha sido pobre y la visión estatal a la que se refiere el profesor Chang (1996)
por la vía de la racionalidad (Artigas,
2001)ha sido
prácticamente inexistente. Las iniciativas
ya sea neoliberales o modernizadoras y la privatización del Estado tal como la
denomina César Montufar(2011), no surgen de un dialogo entre las partes con
ánimo de llegar a decisiones por la vía de la argumentación, con el ánimo de
convencer al otro y dejarse convencer por él, discutiendo para acercarse a una
verdadera comprensión de las políticas y acciones para el desarrollo, con
humildad intelectual, con disposición a corregir errores y modificar creencias,
escuchando argumentos, y aprendiendo de la experiencia.
Lamentablemente,
a lo largo de las últimas décadas, desde
Velasco Ibarra hasta Sixto Duran Ballén, el caudillismo, la fragilidad de las
alianzas electoralistas, la debilidad de los partidos de gobierno y la frágil
institucionalidad política, crean las condiciones necesarias y el terreno
fértil para debilitar o impedir la gobernabilidad democrática, sacrificada en
función de intereses partidistas, elitistas, personales o localistas, como
único camino al desbloqueo de la gestión ejecutiva por parte del poder
legislativo. Se impone entonces la decisión y acción arbitraria y prepotente, o
en su defecto, lo que Simon Pachano (en Felipe Burbano de
Lara, compilador, 2003: 131)
denomina la gobernabilidad sistémica o los acuerdos cupulares de alta
efectividad, en detrimento de la gobernabilidad democrática y logros del
desarrollo.
Breves comentarios sobre el ascenso del presidente Rafael Correa al
poder y el socialismo del siglo XXI.
Los
primeros años del siglo XXI y experiencia con la dolarización se caracterizan
por mayor confianza entre los agentes económicos, sostenibilidad de la
dolarización, apertura hacia el exterior y control del gasto y endeudamiento
público. Adicionalmente, para un país altamente dependiente e incluso
vulnerable ante las variaciones de precios de los commodities en el mercado
internacional, la coyuntura 2000-2006 trajo una serie de consecuencias que
favorecieron los indicadores económicos en general:
“El
precio del petróleo, luego de haber tocado fondo en 1998, con un valor real de
US$ 17,6 por barril en dólares de 2015, empezó a aumentar y en 2006 ya cotizaba
en US$ 69,8 por barril (U.S. Energy Information Administration, 2015). Otras
materias primas exportadas por el Ecuador también vieron incrementar sus
precios, a lo que se sumaron las cuantiosas remesas enviadas por los miles de
ecuatorianos que fueron a vivir a Estados Unidos y Europa como consecuencia de
la crisis de fin de siglo. La apertura a la inversión extranjera también
favoreció el ingreso de recursos frescos, especialmente en el sector petrolero,
permitiendo aumentar en un 40% la producción de crudo (Banco Central del
Ecuador, 2015), a lo que contribuyó la construcción del Oleoducto de Crudos
Pesados (OCP), ‘la inversión extranjera
más voluminosa en el Ecuador desde 1970’ (En cursivas en el original)(Larrea,
2002, pag. 33)” (Hidalgo Pallares, José.
Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y Felipe Hurtado Pérez,
Coordinadores / Editores: 133).
El periodo
2000-2006 se caracteriza por tasas promedio de crecimiento del PIB del 3,3%,
reducción de la inflación durante los dos primeros años del 95,9% al 3,3%,
aumento del poder adquisitivo del 52%, reducción de la pobreza del 64,4% al
37,6%, reducción de la brecha fiscal y brecha externa, pero, lamentablemente,
con una crisis e inestabilidad política que implicó cuatro presidentes en siete
años (Hidalgo Pallares, José. Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y
Felipe Hurtado Pérez, Coordinadores / Editores)
La
llegada al poder del Presidente Rafael Correa en el año 2007 marca un nuevo
rumbo en la reforma política ecuatoriana y se introduce un nuevo modelo de
gestión centralista, personalista, con gran representación y dominio absoluto
sobre el poder legislativo, consolidando así las características típicas de un
hiperpresidencialismo (Dorn, 2012) camuflado en la anatomía democrática
presidencialista, afectando libertades y derechos, deconstruyendo ciudadanía y
afectando el equilibrio y estabilidad democrática del Ecuador.
En
efecto, la construcción, desarrollo, consolidación y estabilidad de una
democracia en sociedades de mercado, requiere de un sano equilibrio entre
Estado, Sociedad Civil y Mercado por la vía de la racionalidad (Artigas,
2001), reconociendo la importancia
del universo privado, sin los cuales, no habría vida en comunidad, pues los
seres humanos producen, consumen, intercambian, ahorran, invierten, e
interactúan en general. Son estos actos comunes de la vida asociativa lo que le
otorga vigor a la Sociedad Civil, “hogar del sujeto individual” (Torres-Rivas,
2001: 148), de cuyas interacciones y asociaciones voluntarias nace, se nutre y
se fortalece la Sociedad Civil.
Al
respecto, Flavia Freidenberg afirma:
“Durante el periodo
analizado se ha intensificado la cooptación institucional desde el Poder
Ejecutivo hacia los otros poderes. La Constitución de 2008 abrió la posibilidad
para la integración de un cuarto Poder: el electoral, y el Referéndum
Constitucional de mayo de 2011 posibilitó la reforma de la justicia. El nuevo
documento constitucional otorgó un fuerte poder presidencial al presidente. Con
algunas prerrogativas constitucionales y el masivo apoyo que recibió el
proyecto en todas las convocatorias electorales realizadas, el Presidente ha
debilitado o cooptado a otros poderes de gobierno que fueron bastiones clásicos
de la oposición tradicional: el Poder Legislativo, los órganos de control e
incluso muchos de los municipios”.
“La Asamblea
Nacional ha carecido de iniciativa propia, ya que se ha dedicado a legitimar o
avalar los ´proyectos del ejecutivo. Las instituciones judiciales se han
alineado al fuerte liderazgo presidencial. Los organismos de control y los
electorales han procurado evitar cualquier enfrentamiento con el gobierno. En
definitiva, el sistema en su conjunto ha estado condicionado por el fuerte
liderazgo presidencial. Los abundantes ingresos petroleros son los que han
contribuido a financiar la práctica de la “campaña permanente” (entre comillas
en el original) que ha llevado a cabo el gobierno desde el inicio de su mandato
en 2007” (Freidenberg, 2012:146).
A
partir del proceso de
dolarización de la economía ecuatoriana y acceso del presidente Rafael Correa
al poder, no queda la menor duda acerca de ciertos progresos realizados en el
control de la inflación, importante crecimiento del Producto Interno Bruto
(PIB) real y nominal a pesar del bajo crecimiento del año 2009 debido a la
crisis internacional (la economía ecuatoriana creció a una tasa promedio anual
del 4,3% entre 2006 y 2014 impulsada por la demanda doméstica del 5,3% la
inversión del 8,2%, el gasto público del 7,9% y del consumo privado del 3,9%) (Hidalgo
Pallares, José. Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y Felipe
Hurtado Pérez, Coordinadores / Editores), aumento del PIB per cápita, aumento
del consumo total, y reducción de la desigualdad ( el índice de Gini se redujo
de 0,54 en 2006 a 0,47 en 2014) pero, con un peso cada vez mayor del Estado en
la economía (24% en el 2006 y 42% en el 2010 según cifras de CORDES), con un
sendero trazado hacia el hiper gasto (CORDES, 2011), entre otras razones,
debido al incremento de 200.000 trabajadores públicos en siete años que
incrementaron el gasto en sueldos y salarios,y un tensiómetro fiscal que
avizora cada vez mayores impuestos y recaudaciones tributarias (10 reformas
tributarias en el lapso de 8 años, elevación del impuesto a la renta de las
personas al 35%, anticipo del pago del impuesto del año fiscal en curso,
impuesto a la salida de divisas del 5%, y sobretasas arancelarias de hasta el
45% a 3.000 partidas aproximadamente, entre otros) (Hidalgo Pallares, José.
Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y Felipe Hurtado Pérez,
Coordinadores / Editores), siendo el
Ecuador uno de los países menos competitivos y más corruptos de la región
(CORDES, 2011), con una deuda externa pública que crece (del 29,5% del PIB en
el 2006 al19.6% del PIB en 2009, 24.6% del PIB en 2010 hasta el 30% del PIGB en
2014)(Hidalgo Pallares, José. Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y
Felipe Hurtado Pérez, Coordinadores / Editoresy; CORDES, 2011), y una
reserva monetaria internacional que se reduce (de 4.473 mill. de dólares en
2008 a 2.622 mill. de dólares en 2010) según las estadísticas de la Carta
Económica (CORDES, 2011).
Luego de la bonanza muy bien
aprovechada en su propio beneficio por los gobiernos del socialismo del siglo
XXI, la situación cambia radicalmente a partir del año 2014, con negativas y
severas consecuencias para un modelo esencialmente consumista dinamizado desde
las instituciones del Estado directamente y por políticas clientelares
paternalistas hacia la población, incentivando el consumo por la vía de los
cuantiosos ingresos fiscales que se redujeron drásticamente con la caída de los
precios del petróleo y commodities en
general (en el 2014 el precio del petróleo sufre un desplome del 44% en solo
seis meses, de US$ 105,15 por barril WTI en junio a US$ 59,29 en diciembre,
representando este rubro entre 2010 y 2014 el 65% de las exportaciones totales)
(Hidalgo Pallares, José. Hurtado Pérez, Felipe. En José Hidalgo Pallares y
Felipe Hurtado Pérez, Coordinadores / Editores).
El
modelo no tomó en consideración ni incentivó al sector privado para la
inversión en activos productivos para generar y distribuir mayor valor agregado (la inversión privada se reduce del 17% del
PIB en el 2006 al 13% en el 2013), incentivar el comercio exterior para generar
divisas y proteger la dolarización, ni realizar ahorros importantes que permitan
aplicar políticas contracíclicas en época de crisis, como la que se comenzó a
experimentar en la segunda mitad del año 2014. Por el contrario, los ingresos
extraordinarios por la vía de precios internacionales y recaudaciones
tributarias sirvieron para sobredimensionar la burocracia, realizar inversiones
improductivas y construcción de obras de infraestructura muy importantes en el
largo plazo (en efecto, la inversión pública aumento sostenidamente llegando al
15% del PIB en el 2013, frente al 4% en el 2006), pero, muchas de esas
inversiones (como carreteras por ejemplo, ciertos aeropuertos o movimiento de
tierras) no tienen impacto directo e inmediato en el incremento del valor agregado
o crecimiento económico (Hidalgo Pallares, José. Hurtado Pérez, Felipe. En José
Hidalgo Pallares y Felipe Hurtado Pérez, Coordinadores / Editores).
A partir del 2014, para
mantener el gasto público y dinamismo de la economía, el gobierno del presidente
Correa, ante la imposibilidad de emitir moneda e incrementar la masa monetaria,
recurre al endeudamiento externo, incremento de impuestos, obstáculos a las
importaciones, múltiples reformas fiscales, y envío de proyectos de ley
emergentes ante un proceso electoral que se aproxima y una caída de la
popularidad del presidente. Sin embargo, en el 2016, con necesidades de
financiamiento del orden de los US$ 9.600 millones (según analistas financieros
que consideran subestimados los ingresos proyectados por el gobierno) y
elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en menos de seis meses,
proliferan los grupos de oposición, las alianzas híbridas (entre opositores al
gobierno del presidente Correa con excolaboradores del gobierno del presidente
Correa) y las candidaturas prima
donna, ante
la imposibilidad, hasta el momento, de unificar la oposición en un solo frente
para enfrentar al candidato de gobierno. Algunos grupos formulan sus demandas y
plantean puntos programáticos estratégicos de acciones inmediatas, otros se
oponen a proyectos de ley del gobierno, mientras la Asamblea Nacional analiza
el proyecto de reforma tributaria con carácter urgente enviado por el poder
ejecutivo, con severas críticas formuladas desde los gremios empresariales y
ausencia total de negociaciones entre las partes. Los gremios empresariales
advierten incluso ser víctimas de un bullying normativo (Diario El Comercio, 9
de septiembre de 2016. http://www.elcomercio.com/actualidad/empresarios. Ingresado el 9 de septiembre de 2016)
En definitiva, nos
enfrentamos nuevamente al conocido dejá
vúpor la ausencia de racionalidad en
las negociaciones, reproduciendo los mismos errores en materia económica y
política, y desaprovechando las oportunidades únicas que brindó el comercio
internacional para los cambios estructurales requeridos por el Ecuador. En
cuanto a la distribución del ingreso por la vía de la inversión y generación de
valor agregado, se privilegió más bien a ciertos grupos económicos vinculados a
la actividad petrolera y comercial ya sea de manera directa (por la vía de
contratos con el sector público) o indirectamente mediante el encarecimiento de
las importaciones e incremento de los precios, sin promover la productividad,
los controles de calidad y la competitividad, adoptando más bien políticas
proteccionistas en detrimento del bienestar de la comunidad.
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