sábado, 17 de septiembre de 2016

LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS IMPACTOS EN LA AGRICULTURA Y LAS POSIBILIDADES DE DESARROLLO RURAL BAJO LA PERSPECTIVA DE RICARDO GRINSPUN, LOUIS LEFEBER Y JOSEPH STIGLITZ






TEORÍAS Y EXPERIENCIAS DE DESARROLLO RURAL

LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS IMPACTOS EN LA AGRICULTURA Y LAS POSIBILIDADES DE DESARROLLO RURAL BAJO LA PERSPECTIVA DE RICARDO GRINSPUN, LOUIS LEFEBER Y JOSEPH STIGLITZ



Por: Harry Martín Dorn Holmann

ANTECEDENTES, PROBLEMA Y PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
Antecedentes. Los años setenta y la década de los ochenta dejan  grandes lecciones y enormes heridas en los países pobres  del sistema internacional y en América latina en particular.  Por una parte, quedó claro que el modelo de substitución de  importaciones a ultranza, el endeudamiento agresivo sin control, el gasto fiscal desenfrenado y los modelos nacionalistas desarrollistas no surtieron los efectos esperados, y más bien,  la brecha fiscal y la brecha externa ocasionaron el colapso de las escuálidas economías latinoamericanas, con una pesada  deuda externa, altos índices de desempleo, de pobreza extrema, y el fortalecimiento del narcotráfico y narcolavado como  alternativas de trabajo, dando paso también a una novedosa organización del crimen organizado conexo, tecnificado y administrado bajo modernos esquemas de gestión.
La caída del muro de Berlín, la desintegración del Sistema Soviético y el  Consenso de Washington, constituyen el nuevo entorno para  la promoción e implementación de una nueva política neoliberal a nivel mundial bajo el tutelaje de Estados Unidos y sus principales aliados, Japón y Europa. Nace entonces la Organización Mundial del Comercio en 1994 (inicia sus operaciones en 1995) con una nueva concepción de la regulación de la desregulación del comercio mundial, con la proyección de ampliar su ámbito de acción y control a los servicios financieros, inversiones de capital, propiedad intelectual y patentes, bajo principios, normas y procedimientos “democráticos” que se constituirían en el nuevo instrumento para impulsar el comercio, la transferencia de tecnología hacia los países pobres, incrementar la productividad y la producción, generar empleo, mejorar las condiciones
de salud y combatir por este medio una de las grandes amenazas del mundo global: la extrema pobreza.
El problema. Después de casi una década y media de negociaciones y el estancamiento de la Ronda de Doha, los objetivos de la OMC se descubren más como objetivos aparentes que objetivos reales de desarrollo, sucumbiendo a  los intereses de algunos estados y empresas transnacionales y destruyendo esperanzas y expectativas de los países pobres sobre mercado y prosperidad. Tal como lo expresa Roberto Bossio en el prólogo de la obra de Martín Kohr, el proceso globalizador no ha significado progreso para la humanidad empobrecida que vive con menos de dos dólares diarios, y los compromisos asumidos durante la Ronda Uruguay perjudican a los sectores más vulnerables (Bossio, en Martín Kohr, 2003).
El comportamiento realista de los estados ricos contradice el espíritu del régimen mundial de comercio e impide la cooperación para la cooperación como condición indispensable para la convergencia de intereses y fortalecimiento de la OMC, y más bien, son los estados más desarrollados los que aplican sus recursos hegemónicos para bloquear negociaciones  y utilizar instrumentos colaterales (TLC, el Convenio de Diversidad Biológica, el Acuerdo Multilateral de Inversiones, los  famosos ADPIC-Plus, los Tratados Bilaterales de Inversiones, y la misma Acta de Comercio de 1974 de los Estados Unidos), con la finalidad de bloquear la OMC y mantener estancada la actual Ronda de Negociaciones de Doha. Adicionalmente, tal como lo afirman algunos críticos de la globalización, entre ellos Stiglitz (2006), la aprobación en Marraquech del acuerdo ADPIC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) el 15 de abril de 1994 significó el triunfo de los intereses empresariales sobre los intereses de la mayoría, o el triunfo de los beneficios económicos sobre los valores fundamentales de la humanidad, tales como el medio ambiente, la justicia social, el bienestar de los pueblos e incluso la vida.
En el caso especifico de los ADPIC, a la hora de redactar, aprobar y ejecutar el acuerdo, los intereses empresariales estuvieron siempre debidamente representados. En Ginebra, durante las negociaciones llevadas a cabo en 1993 (con conocimiento del Consejo de Asesores Económicos y la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca), los negociadores norteamericanos y europeos se sumaron y respondieron a las expectativas de la industria farmacéutica: alargar la vida de las patentes sin considerar las desventajas de un prolongado periodo de monopolización (Stiglitz, 2006):
“El acuerdo sobre los ADPIC impuso en todo el mundo la normativa de propiedad intelectual dominante en Estados Unidos y en Europa. Sin embargo, en mi opinión, el actual régimen de propiedad intelectual no es bueno ni para Estados Unidos ni para  Europa, ni siquiera lo es para los intereses de los países en vías de desarrollo” (Stiglitz, 2006:160).
En efecto, lejos de promover la innovación, de facilitar el acceso a medicamentos baratos, de fomentar la justicia social y el bienestar de los países, los ADPIC y el actual régimen de comercio han promovido más bien rentas monopolísticas, han ampliado la cobertura de patentes y han consolidado monopolios en la producción de medicamentos, han legalizado altos precios y grandes beneficios para las empresas farmacéuticas, todo esto en detrimento de la eficiencia económica, la competitividad, la generación de conocimientos y la salud de los pueblos.
Sin embargo, los países pequeños y pobres no pueden oponer resistencia ante  la biopiratería y registro de patentes derivadas de los saberes tradicionales (Stiglitz, 2006), no pueden vetar la entrada o importación de los alimentos transgénicos provenientes de los países desarrollados, ni consiguen (pese a la oposición constante) eliminar las subvenciones a los productos agrícolas europeos, japoneses y norteamericanos:
 “A lo largo del presente libro he subrayado que la forma en que se toman las decisiones en la arena internacional -a lo que llamo “gobernanza”- adolece de dos defectos fundamentales: por un lado, los países en vías de desarrollo apenas tienen voz; por otro, la voz de los intereses creados se hace oír demasiado” (Stiglitz, 2006: 172).
¿Cómo es posible entonces que se hayan ignorado los intereses de las grandes mayorías, se hayan marginado los valores y principios básicos de la comunidad internacional y sus múltiples necesidades y falencias? ¿Cuáles son las causas por las cuales se monopoliza el conocimiento, se impide la innovación, se fomenta la concentración de la propiedad, se encarecen los medicamentos y se perjudica el bienestar de las grandes mayorías pobres? ¿Existe un régimen internacional del comercio debidamente equilibrado, cuyas bondades, beneficios y costos, están debidamente distribuidos?
Preguntas de investigación. Planteamos entonces nuestra pregunta de investigación: ¿Bajo qué condiciones la institucionalidad de la OMC entendida por -objetivos, principios, normas y reglas- ha favorecido el endurecimiento del régimen de propiedad intelectual, el desplazamiento de los objetivos reales por los objetivos aparentes, y ha llevado al estancamiento de las negociaciones en el marco de la Ronda de Doha? ¿Cuáles son los obstáculos nacionales e internacionales para la formulación e implementación de políticas de desarrollo rural equitativas? ¿Cómo está afectando este sistema de comercio global a los pequeños agricultores, la seguridad alimentaria y los negocios comunitarios? ¿Cómo afectan las normativas y las instituciones de comercio (nos limitaremos fundamentalmente a la Organización Mundial del Comercio, OMC) las oportunidades de desarrollo diversificado y sustentable tanto rural como local?


ENFOQUE TEORICO
Desde nuestro enfoque particular y para responder a las preguntas de investigación, insistimos: (1) en el tema de propiedad intelectual y otros instrumentos de dominación hegemónicos (2) acerca del estancamiento y endurecimiento de las negociaciones en la OMC como un problema de gobernanza y desequilibrio en el diseño y aplicación de los acuerdos (3) acerca del sistema OMC y sus diferentes acuerdos de inspiración neoliberal (sus objetivos, el producto y los métodos y procedimientos de toma de decisiones al interior de la Organización) como régimen internacional sujeto a presiones de toda índole que derivan de intereses de diversas naturaleza, así como (4) las denuncias sobre la falta de transparencia donde se manifiestan claramente las influencias de la riqueza y distribución y ejercicio del poder de los distintos actores del sistema internacional.
En materia internacional, la teoría de la estabilidad hegemónica, la teoría general de los regímenes internacionales y la cooperación y la teoría de la interdependencia compleja, nos demuestran que la cooperación para la cooperación global (en términos de liberación del comercio, transferencia de tecnología, inversión externa directa, crecimiento de la producción, mejora en la educación la salud y la vivienda, democratización de la economía, y combate al crimen global), más que una conveniencia, se ha convertido en una necesidad, lo cual no es reconocido ni aplicado por los estados desarrollados. Por el contrario, los estados más ricos o las economías centrales, están lejos de substituir el realismo por el comportamiento cooperativo en la toma de decisiones de interés global (Kyoto es un ejemplo concreto, y los subsidios agrícolas en la OMC son otro).
Ricardo Grinspun (2008)define el escenario ideal de una política rural en términos de control sobre los activos de producción, acceso a la educación y la salud, formación de capacidades empresariales, y diversos arreglos institucionales para la comercialización de productos y compras de insumos bajo esquemas cooperativos que garanticen la provisión de bienes agrícolas, generación de empleo, generación de ingresos, desarrollo de mercados locales y domésticos y desarrollo de infraestructura de irrigación y transporte. Este mismo escenario es propuesto por Lefeber con instituciones gubernamentales activas que mejoren los servicios y formulen programas de desarrollo con la participación de los beneficiarios directos de dichos programas. Liisa North se pronuncia también por el fortalecimiento político y organizacional de pequeños productores agrícolas para promover el empleo, el abastecimiento interno, y el desarrollo rural como soporte del despegue industrial. 
Grinspun (2008) argumenta, que el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC sirve como herramienta para avanzar en la liberalización comercial pero representa los intereses de los grandes países exportadores y corporaciones transnacionales agroindustriales, y amenaza con perjudicar la seguridad alimentaria, el empleo, y los ingresos de las poblaciones rurales vulnerables, pues, en países menos desarrollados la agricultura en pequeña escala provee empleo y alimentos de primera necesidad (Oxfam GB, 2000 en Grinspun, 2008) y contribuye a la seguridad alimentaria, diversidad social y biológica, a través de cultivos múltiples, y en consecuencia al desarrollo sustentable.
Sin embargo, la agricultura en pequeña escala se encuentra amenazada por la política neoliberal en favor de los grandes terratenientes, generando pobreza rural, migración urbana, y hacinamiento en suburbios periféricos. Los beneficios de la liberación comercial no se evidencian, pues el crecimiento economico se concentra en los países industrializados ricos, mientras que en America Latina el PIB per cápita crece solo el 6% entre 1980 a 1998, en comparación a un crecimiento del 75% entre 1960 y 1980 (Weisbrot et al., 2000 en Grinspun, 2008).
Respecto a la OMC, según Grinspun, el proceso de negociación, las reglas, y los mecanismos de solución de controversias favorecen a los grandes actores transnacionales, perjudicando a los países menos desarrollados y con voz limitada durante las negociaciones. Se desalienta entonces la diversificación rural, la tenencia equitativa de la tierra, y la producción comunitaria. Además,  los agricultores y las comunidades indígenas se ven perjudicadas por el Acuerdo de Propiedad Intelectual Relacionados al Comercio y el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) pues no se reconocen sus derechos y se les despojan sin compensación sus conocimientos tradicionales, como es el caso de las plantas medicinales (Grinspun, 2008).
Los subsidios a la exportación continúan a pesar de la oposición expresa de la OMC sobre tales políticas, sin embargo, estos se mantienen en Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, compitiendo con precios artificialmente bajos en el mercado internacional, perjudicando a los agricultores de países menos desarrollados.
Louis Lefeber (2008) critica la estabilización neoliberal, la liberalización de losmercados del control gubernamental y el avance hacia el mercado libre. Según Lefeber, estos son argumentos fuertemente ideológicos y maniqueos que benefician la orientación hacia el exterior y condenan la orientación hacia el interior, aplicando erróneamente la tesis de Prebisch/Singer. La mala administración de los subsidios, la falta de interés y voluntad política para enfrentar los grupos de interés particulares (Lefeber, 2008) afectan el bienestar de la colectividad. Lefeber reconoce la importancia de ambos mercados y de las políticas de promoción de exportaciones para generar divisas, financiar las importaciones y cumplir con las obligaciones externas (Lefeber, 2008). Sin embargo, un mercado libre y desregulado, las exportaciones a ultranza y la inversión extranjera per se, no garantizan un desarrollo democrático, ni beneficios automáticos para los pobres, ni la reducción de desigualdades sociales y económicas existentes (Lefeber, 2008). Al respecto, según los indicadores sobre desarrollo de banco mundial en 1997, la tasa de crecimiento anual de la agricultura fue del 4,4% entre 1980 y 1990, y del 2,5% entre 1990 y 1995, con un índice de desigualdad de 46,6% en 1994, y una participación en el consumo del 10% más bajo de la población de apenas el 2,3% y del quintil más bajo del 5,4% del total nacional (Banco Mundial, 1997, tabla 5. En Lefeber, 2008).
CONCLUSIONES
En primer lugar, con la reducción de las tasas arancelarias desde el antiguo GATT y luego con la actual OMC es indudable que hubo un crecimiento notable del comercio exterior, pero no es un crecimiento equilibrado entre países miembros, ya que tiende a privilegiar las economías centrales (incremento del comercio norte-norte) y perjudicar al pequeño productor agrícola de los países pobres, quienes no tienen acceso a los mercados internacionales ni pueden competir con las empresas transnacionales. Tampoco la OMC ha contribuido a reducir las desigualdades “dentro” de los países, incluyendo al mundo desarrollado, aunque son los países de renta media, incluso los países emergentes, quienes “concentrarán en 2030 la mayoría de los pobres” (Olivié y Domínguez, 2013: 15) y, consecuentemente, “necesitan crecer más deprisa para reducir su pobreza” (Olivié y Domínguez, 2013: 17).
En segundo lugar, coincidimos con Grinspun en las asimetrías de poder y desigualdades y manipulaciones que inciden en la toma de decisiones al interior de la OMC, además de lasprácticas perversas como la ya conocida “Sala Verde” (Dorn, 2010). Es también notorio el uso de otros instrumentos de presión y negociación que utilizan los Estados Unidos, como los Tratados Bilaterales de Inversiones, y la misma Acta de Comercio de 1974 para evitar que los países pobres o emergentes apliquen legalmente la normativa vigente (licencias obligatorias, por ejemplo) en función de sus propios intereses (Dorn, 2010).
En tercer lugar, con el sistema de solución de controversias, a pesar de la bien diseñada ingeniería institucional y procedimental, los conflictos se prolongan por años y las pérdidas y costos procesales y costos de oportunidad para los paísesmás pobres no necesariamente se cubren con los daños reclamados por el demandante, si es que obtiene fallo a su favor.
En cuarto lugar, los subsidios al sector agrícola expresamente prohibidos por el régimen internacional, se siguen otorgando en Europa y Estados Unidos por el enorme costo político en que se incurre en caso de eliminarlos, por tanto, se continua subsidiando y distorsionando las reglas del juego en el mercado internacional y perjudicando a los campesinos y pequeños agricultores de los países menos desarrollados en beneficio de grandes terratenientes y producción agrícola a gran escala.
En quinto lugar, el acuerdo conocido por sus siglas en inglés TRIPS (Trade Related Aspects of Intellectual Property Rights) forma parte de los acuerdos de la OMC y corresponde exclusivamente a los regímenes del saber occidental, por tanto, es una protección privada e individual a la propiedad intelectual a favor de las grandes empresas transnacionales y terratenientes, en oposición a los intereses de las mayorías pobres del sur, especialmente indígenas y campesinos (que tienen que pagar regalías por el uso de semillas mejoradas y otros insumos “protegidos” por los TRIPS), pues dicho acuerdo permite la apropiación del conocimiento de los otros, favorece intereses comerciales de las empresas transnacionales (Dorn, 2010) y contribuye al aumento de las desigualdades que caracteriza al actual proceso globalizador. A pesar de la oposición de muchos países para incorporar los temas de propiedad intelectual como temas de comercio, la eficacidad instrumental de la organización predominó sobre la finalidad original del régimen de comercio.
En sexto lugar,en un sistema internacional anárquico, donde la OMC se encuentra sometida al poder de los estados más ricos y empresas transnacionales poderosas, en ausencia de un comportamiento cooperativo de los miembros, solo las alianzas entre los países perjudicados ha podido equilibrar la balanza de poder, de ahí el estancamiento prolongado de la Ronda de Doha debido al grupo de los veinte, que se opone a las presiones de Estados Unidos, Europa y Japón.
Finalmente, concuerdo con Lefeber (2008) en la necesidad de cambiar las actitudes de las clases dominantes, de altos funcionarios, terratenientes y empresarios, organizar a pequeños productores agrícolas e instituir controles para combatir la corrupción y la mala administración de los estados en América Latina, con miras a una contribución eficiente y conveniente para la organización económica y social de los países. Esta sería una condición indispensable para que los estados representen y defiendan el interés común al interior de la OMC y democraticen al régimen internacional, tal como lo recomienda Stiglitz (2006).

Bibliografía
Dorn Holmann, Harry. El estancamiento de la Ronda de Doha: Estudio del caso del tema propiedad intelectual. Flacso-Sede Ecuador. Quito, 2008.
Grinspun, Ricardo, en North Liisa y Cameron John D. Editores. Explorando las conexiones entre el comercio global, la agricultura industrial y el desarrollo rural. Universidad Andina Simón Bolívar, y Corporación Editora Nacional. Quito, 2008.
Khor, Martín. ¿Qué hacemos con la OMC? Barcelona: Encuentro, Icaria editorial, Interpón Oxfam. 2003.
Lefeber, Louis. En North Liisa y Cameron John D. Editores. La agricultura y el desarrollo rural: Una crítica a las políticas del establishment en el Ecuador.Universidad Andina Simón Bolívar, y Corporación Editora Nacional. Quito, 2008.
Olivié, Iliana, Domínguez, Rafael.  Elementos para el posicionamiento de España en la construcción de la agenda de desarrollo global. Informes Elcano, numero 14. Mayo 2013.
Oxfam, GB, 2000. En Grinspun, Ricardo, en North Liisa y Cameron John D. Editores. Explorando las conexiones entre el comercio global, la agricultura industrial y el desarrollo rural. Universidad Andina Simón Bolívar, y Corporación Editora Nacional. Quito, 2008.
Stiglitz,Joseph, E. Cómo hacer que funcione la globalización. Bogotá,Colombia. Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.  2006.
Weisbrot et al., 2000. En Grinspun, Ricardo, en North Liisa y Cameron John D. Editores. Explorando las conexiones entre el comercio global, la agricultura industrial y el desarrollo rural. Universidad Andina Simón Bolívar, y Corporación Editora Nacional. Quito, 2008.

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